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Intolerancia y denuncias de conspiración

Es un contrasentido lo que ocurre en Honduras: mientras el Estado de Derecho se debilita, la intolerancia de los grupos de poder se impone; y en tanto la crisis va a fondo, las autoridades del país cierran las puertas del diálogo para llegar a entendimientos.


No es sano que desde el mismo Gobierno se motive el sectarismo, la división y las confrontaciones.

Esta vez se ha desatado una innecesaria campaña de descrédito contra las organizaciones de la sociedad civil y, lo peor, una andanada de ataques contra la misión del Sistema de Naciones Unidasen el país.

La representante residente de la ONU, Alice Shackelford, ha sido el centro de una arremetida del Gobierno, desde la presidente Xiomara Castro, hasta sus principales colaboradores, por el simple hecho de haber expresado su solidaridad con la directora del Consejo Nacional Anticorrupción,Gabriela Castellanos.

La gobernante Xiomara Castro y el exmandatario, Manuel Zelaya Rosales, han acusado a la designación de Naciones Unidas de haberse politizado y tomado partido en lo que ellos llaman "un juego político perverso" del Consejo Anticorrupción.

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En esa misma línea de valoraciones, ministros y diputados del ala oficialista han exigido una rendición de cuentas y hasta se han atrevido a anticipar que está en riesgo la llegada de la CICIH.

Y es que, en la mente de los ideólogos del Poder Popular, la ONU y, en general, las organizaciones de la sociedad civil que cuestionan algunas ejecutorias del Gobierno, se han parcializado para conspirar y desestabilizar la gestión Castro Zelaya.

Somos de la opinión que son contraproducentes las acometidas del   gobierno del Poder Popular contra los sectores en oposición política o aquellas organizaciones que hacen públicas las situaciones que no marchan bien o que rayan con la corrupción.

Las reacciones airadas del Gobierno, proclamado como socialista-democrático, sólo ponen en evidencia intolerancia y la falta de una vocación conciliadora.

Antes bien, todo parece indicar que la consigna es sembrar la división, el revanchismo y el odio.

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Esto es exactamente lo que se interpreta a partir de los sistemáticos mensajes de la cima del poder político. No en vano es que el depuesto presidente Zelaya Rosales ha escrito en sus redes que "la violencia se justifica cuando es en legítima defensa", y a renglón seguido sostiene: "la presidente Xiomara Castro se encuentra bajo violento ataque de los sectores que se oponen a los cambios".

¿No es éste un discurso desafiante, de provocación, amenazas y de Fomento del odio y de la violencia?

La pluralidad, la tolerancia, la apertura y la reconciliación son las bases de la democracia; sin embargo, nuestros gobernantes no parecen haber entrado en razón de que el país se hunde en la pobreza, el desequilibrio económico, la inequidad social y la desestabilización política.

La única respuesta está en la transigencia, el acuerdo la unidad.

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