El Tzikín («comida para los muertos» en lengua maya chortí) es una celebración que se practica el primero de noviembre en las comunidades chortís residentes en el occidente de Honduras, sobre todo en Carrizalón, Cholco y San Antonio de Tapesco.
La ceremonia se realiza en lugares públicos, como escuelas o iglesias. Aunque también hay tzikines familiares, por ejemplo, en la mencionada comunidad de Carrizalón, Copán Ruinas.
Allí, son destacables los tzikines que don Santiago Guajaca y don Antonio García montan en sus respectivas casas, por bien trabajados, con todo el conocimiento y la tradición ancestrales.
La diferencia entre el tzikín familiar y comunitario es que en el primero una familia particular lo patrocina en su totalidad, mientras que en el segundo se involucra a todos los miembros de la comunidad.
Cada vecino hace ofrendas de acuerdo con lo que posee y con los intereses que tiene.
En sí, el Tzikín es una ceremonia para dar culto a la vida y a los espíritus de los ancestros; esto significa que va dedicado a alguien especial, puede ser un pariente muy querido ya muerto, por quien se encienden velas de dedicatoria y se hacen rogatorios.
«Entonces, yo voy y ruego por mi abuela, por decir algo.