Una mujer iba en un taxi.

Al otro lado de la ciudad, en el asilo; un viejo se sentó a la orilla de la cama, miró la palma de sus manos agrietadas, pálidas y surcadas, como si fuera una cartografía arrugada. había migajas de pan en la mesa, y las hormigas caminaban como midiendo la noche sobre el filo de la mesita

Se abotonó el último ojal de la camisa blanca, se alisó el antebrazo con la mano, sin alisar nada, solo lo hizo como una ceremonia de elegancia tardía.

Ella llegó puntual.

Se sentó con él. Se abrazaron.

Al siguiente día la prensa dijo que una epidemia lo había matado.

-Fue el olvido- dijo una mujer que iba en un taxi.

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