Algunos me han insinuado que porque no soy negra ni nativa de Estados Unidos tengo el derecho de opinar sobre el tema. Sin embargo, es la humilde opinión de esta Latina inmigrante que la clave para una reforma justa y permanente en el sistema judicial penal de los Estados Unidos se encuentra en estos tres símbolos: la pancarta, la urna y el espejo.

La Pancarta
Las olas de protestas a lo largo del país representan una legítima y auténtica frustración del pueblo. Es necesario que todos, sin excepción, hagamos llegar nuestro apoyo a estos individuos que en la mayoría se han manifestado de manera pacífica y responsable.

Si bien es cierto que la comunidad inmigrante no puede entender en su totalidad el trauma cultural y generacional sufrido por nuestros hermanos afroamericanos, sí podemos identificarnos con la indignación y frustración causadas por gobiernos que se hacen de la vista gorda ante el sufrimiento de su gente porque son de una raza o clase “indeseable” para ellos. Esa ira justificada, arraigada en un sentimiento de impotencia y clamor de igualdad, es desafortunadamente algo que los inmigrantes latinos conocemos demasiado bien.

Además, las estadísticas muestran claramente que el prejuicio y brutalidad en el sistema judicial estadounidense no se limita a la raza negra, sino que se desborda también sobre los hispanos.

Entonces, de ahí podemos crear un puente de empatía con nuestros hermanos negros. Porque quizás no pudimos crear un cambio en nuestra tierra madre, pero sí podemos contribuir a la reforma de nuestro nuevo país.

La Urna
Ahora que el asesinato del señor George Floyd está fresco en nuestras memorias, es tentador caer en la idea de que la revolución que buscamos únicamente se obtendrá en las calles, a la fuerza, y que votar o participar en la política es una pérdida de tiempo. Yo no lo veo de esa manera. Si en verdad queremos lograr un cambio real, la decisión que tenemos que tomar no se encuentra entre la protesta y la política. Tenemos que hacer ambas cosas*.

Las manifestaciones y protestas públicas son un catalizador de cambios, pero por sí solas nunca serán suficientes. Tarde o temprano esas aspiraciones por las que marchamos deben traducirse en leyes y prácticas institucionales*, para que el cambio sea verdadero. Por eso debemos también organizarnos y votar para asegurarnos de elegir candidatos que realicen e implementen las reformas que exigimos.

Muchos se limitan a votar en las elecciones presidenciales. No obstante, las reformas que afectan nuestro diario vivir son decididas por funcionarios electos en las votaciones estatales y locales. Es preciso entonces que aumente la participación cívica en estas elecciones, de lo contrario no habrá ninguna marcha que cambie el rumbo de nuestro sistema judicial. El verdadero cambio comienza en casa.

El Espejo
Obtener una reforma a nuestro sistema judicial penal es solo el comienzo. Es triste, pero necesario, admitir que la violencia se ha apoderado de las comunidades negras y latinas en los Estados Unidos. Es más probable que un hombre negro o latino muera a manos de un hombre de su misma raza a que muera a manos de un policía corrupto. Esto también es inaceptable.

No podemos justificar ni racionalizar la violencia tanto en las marchas como en nuestra propia comunidad. Debemos condenar con el mismo fervor -sino es que con más alta voz- lo que ocurre dentro de nuestras propias comunidades. Si queremos que nuestro sistema de justicia penal y la sociedad estadounidense en general operen con un código ético superior, entonces tenemos que modelar ese código nosotros mismos*.

Existe un doble estándar moral en Estados Unidos que nos permite como minorías marginalizadas apuntar el dedo a los abusos y excesos de grupos privilegiados, y raramente a nosotros mismos. La comunidad Latina comparte muchos de los mismos problemas de nuestros hermanos afroamericanos. Una introspección sincera mostraría grandes dificultades, pero también veríamos que tenemos el poder de cambiarlas si comenzáramos a trabajar en nosotros mismos en lugar de esperar a que otros cambien.

Nuestros niños necesitan ejemplos de valentía, de disciplina, de contenido en los medios de habla hispana que edifique y eduque, en lugar de glorificar al crimen organizado y objetivar a la mujer. Necesitamos más jóvenes en la universidad o aprendiendo un oficio. Necesitamos mostrarles que es ahí donde pertenecen, no en una cárcel o la morgue.

Sin duda tenemos una gran tarea por delante, porque un cambio permanente del tejido social estadounidense requiere las tres piezas. Por ende, la lucha del movimiento Black Lives Matter es también nuestra lucha. En honor a las tantas víctimas del racismo sistemático y la brutalidad de nuestras autoridades, es imperativo que tomemos responsabilidad de nuestro futuro, que participemos en la política, y que adoptemos con determinación una posición inquebrantable para que quienes cometen esos actos intolerables sean llevados ante la justicia.

Abogada Tania S. Silva
(Este blog fue inspirado por un mensaje del presidente Barack Hussein Obama, del primero de junio de 2020. Un * denota una cita directa del presidente.)


La abogada Tania Silva, mejor conocida en las redes sociales como La Abogada Fiera™, es la fundadora de The Immigration Force PLLC, un despacho multinacional enfocado exclusivamente en el derecho de inmigración y naturalización de los EE. UU. Sus clientes incluyen individuos y/o empresas de más de 80 países.