Qué bendición tienen aquellos que pueden llamarlo para decirle que lo quieren. Qué suerte la de aquellos que aún tienen tiempo para perdonarse. Qué lindo que puedan llamarlo para pedir su consejo. A otros nos toca solamente mirar al cielo y preguntar ¿qué hubiera hecho papá en este problema?

Qué bendición la de aquellos que aún pueden recibir un abrazo de su parte. Qué bendición los que se dan cuenta que el tiempo corre y no lo desperdician con rencores sin sentido. En mi caso, nos dimos muchos abrazos con el viejo, pero siempre queda pendiente uno más. Se fue tan joven. 52 años. Pero nos toca aceptar la voluntad divina. Esa es perfecta.

Qué bendición la de aquellos que aún pueden pasar una tarde con el, solo porque si. No hay que buscar motivos ni fechas especiales. Una tarde porque ellos nos han regalado toda una vida de esfuerzo. Una tarde solo porque si. Hay otros que daríamos todo por tan solo un minuto.

Qué bendición la de aquellos que aún pueden recibir dos abrazos cuando llegan de visita. Con mi madre, cada vez que nos vemos, nos abrazamos más fuerte que antes, porque nos hace falta uno. Si supieran lo que daría uno por un abrazo. Algo tan lindo como un abrazo, tan grande, que no tiene precio, son gratis.

Qué bendición la de aquellos que han visto a su padre convertirse en abuelo. Qué lindo ha de ser ver a tu viejo jugar con tu hijo. En mi caso, me conformo con ver a Mateo jugar con el radio que era del viejo Juan Ramón. Un nombre que el niño repite, aunque nunca lo conoció. Lo conoce a través de nosotros, porque el recuerdo es tan grande, que aquí se le menciona a cada rato.

Qué bendición la de aquellos que aún pueden escuchar las mismas historias una y otra y otra vez. ¡Los mismos chistes que cada vez dan menos gracia, pero ríanse!

Mi viejo, siempre que venía un mundial repetía el mismo chiste cruel “este será mi último mundial, así que déjenme verlo”.

Su último mundial fue Brasil 2014. Gracias a Dios pudo ver a su hijo narrar varios partidos. Dice mi madre que solo sonreía.

¿Habrá televisión en el cielo? Espero que si. Porque cada cosa que hago es dedicada a su memoria.

Qué bendición la que tienes esperando por vos. No pierdas más el tiempo, que ese corre, y no perdona. El día de llamarlo, abrazarlo, perdonarlo si es necesario, el día de quererlo es hoy.

Con mi padre, nos dimos tanto cariño, pero insisto, siempre queda pendiente un abrazo más.

Hace cinco años, el corazón de mi padre se detuvo. Repito, me enseñó todo un manual de vida. Lo único que le faltó por enseñarme, es la lección de cómo vivir sin él. Ya llevo cinco años en eso. Y aun no aprendo.

Después de todo, solo me queda decir…

¡QUÉ BENDICIÓN HABERLO TENIDO! ¡GRACIAS DIOS!