La respuesta sigue en espera. ¿Por qué en Honduras el contrato firmado con la farmacéutica Pfizer quedó reservado y en secreto, mientras en países vecinos como Guatemala y México las cláusulas fueron abiertas?.

Tampoco nos explicaron porque terminaron aceptando que las compras de vacunas -condición que dicen, puso la farmacéutica estadounidense- se les envolviera con el manto de la confidencialidad. En un país como el nuestro, en donde históricamente los contratos amañados y la galopante corrupción, han estado a la orden del día, ese tipo de cláusulas no hacen más que atizar las suspicacias, cuando aceptan declarar en secreto un convenio de compra de vacunas anticovid.

Y algo más: sientan también un precedente funesto ya que entonces todas las compras del estado pueden ser blindadas y al mismo tiempo, manoseadas o adulteradas según la conveniencia de las partes. Dejan abierto el camino para que a quien se le ocurra, cierre acuerdos pandos sin que nadie o muy pocos tengan acceso a información sobre las cláusulas incluidas en equis o y contrato.

Así no se pueden seguir haciendo las cosas en Honduras!. Si bien el ordenamiento jurídico guarda ciertos secretos o cláusulas de confidencialidad porque el Estado deba mantener un asunto en reserva, cuando se trata de un tema de interés común, que atañe la salud y la vida de la ciudadanía en general, la institucionalidad tendrá que establecer con suma rigurosidad lo que son secretos oficiales y lo que son secretos privados.

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Aunque se insista en que la farmacéutica estadounidense, y solo ella y no las demás, pidió declarar en secretividad todos los contratos, un país no puede ser susceptiblemente vulnerable a caer en una especie de chantaje o sucumbir a las presiones por más necesidades o desesperación de tener acceso a una vacuna. De ahí que pusiéramos en tela de juicio las argumentaciones expuestas sobre las condiciones de la farmacéutica estadounidense de pedir o exigir confidencialidad a los convenios de compra, so pena de quedarnos sin vacunas o que las negociaciones, como ocurrió con países de Sudamérica, se fueran al traste.

Pudiera ser que en efecto ello haya sido así, pero hay que decir que ese tipo de convenios y contratos crean un precedente funesto y negativo, ya que al mantener bajo embargo y por un período tan prolongado los contratos de suministro de las vacunas anticovid, se generan todo tipo de sospechas, suspicacias y dudas. Y aunque ya no se pueden echar para atrás en vista de la publicación del contrato en el Diario Oficial La Gaceta el mes pasado, la negociación de contratos como este siguen siendo un lastre que se enrostra sobre la credibilidad de los funcionarios y la administración pública, en un país en donde las malas prácticas y los negocios bajo la mesa han sido moneda de curso corriente.

La falta de transparencia y las imposiciones de todo género han sido una especie de regla general en Honduras. Lo único claro aquí es que como sociedad ya no podemos seguir tolerando y guardando silencio cómplice ante la corrupción e impunidad que como pandemia nos ha caído como la peor plaga que hayamos sufrido!.

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