En el filo de otro fracaso, el Atlético de Madrid solventó a duras penas su cuarta victoria seguida; un ejercicio de bajo nivel del conjunto rojiblanco que ganó por un regalo del portero Jeremías Ledesma en el 1-0 de Joao Félix y por una buena jugada, después, en el 2-1 de Rodrigo de Paul, demasiado premio para él y demasiado castigo para el Cádiz de Anthony Choco Lozano, superior de principio a fin en todo en el Metropolitano menos en el marcador.

Porque el conjunto andaluz, el antepenúltimo de la clasificación, desfiguró al Atlético, que duerme en la tercera posición, pero que no podrá hacerlo tranquilo. No sólo porque el Barcelona lo pueda superar de nuevo a lo largo de la jornada, sino porque, en la versión de este viernes, el pase a la Liga de Campeones dependerá demasiado de los deméritos rivales, igual que la eliminatoria del torneo que aguarda el próximo martes en Old Trafford ante el Manchester United. En este registro nada de eso será posible.

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El regalo fue evidente del portero Jeremías Ledesma, que le dio al delantero portugués (cinco goles en los últimos cinco encuentros) el pase que le iba a dar a Luis Hernández, más abierto a su derecha. No desaprovechó el obsequio Joao Félix, que interceptó el envío, controló y definió a la perfección, a la altura de su clase, como el futbolista indispensable que es en el presente para el Atlético, que no tuvo nada más a lo que agarrarse en el primer tiempo, a la astucia del atacante luso, al error del guardameta argentino, en 2:40 de juego.

Instante a instante, la sensación se extendía por todo el graderío, que reunió a más de 50.000 personas en una noche fría de un viernes y que asumió con el paso de los minutos que el Atlético había retrocedido unas semanas atrás, a la indefinición, a la irrelevancia, pendiente de cualquier acierto del Cádiz para recibir el empate. Avisó primero Espino, después Negredo, más tarde Sobrino... Y marcó Negredo, de cabeza a centro de Espino.

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Fue al borde del descanso. No extrañó a nadie. Ni el gol ni la forma como llegó, tan repetitivo ya en el recorrido trompicado que surca en esta campaña: un centro desde la banda izquierda del lateral uruguayo, sin ni siquiera profundizar por ella, y un cabezazo cómodo, solo, sin nadie a su alrededor, del atacante español, inalcanzable para Oblak.

Empatado con merecimiento por el Cádiz, el único que se había hecho acreedor de algún punto al intermedio, ni la reanudación espabiló al Atlético, dominado de nuevo por su adversario, asustado cuando Idrissi conectó un tiro que repelió Oblak con alguna dificultad, por detrás de su rival, como antes, en cada aspecto relevante del juego, sin entender aún tácticamente ni en el campo ni desde el baquillo porque su oponente le superaba en todo.

La conexión terminó con el tiro de Correa, con la parada de Ledesma y con el rechace aprovechado por Rodrigo de Paul para establecer el 2-1 en el minuto 67. Nada concluyente, de no ser porque Giménez solucionó bajo la línea una mala salida de Oblak, cuando ya era el 2-2, entre la tensión de un final tan incierto, con Javi Serrano expulsado con roja directa en el 87 por una entrada sobre Álex Fernández que no pareció para tanto y con Simeone agitando sus brazos para buscar el aliento del público, el único recurso que ya le quedaba para lograr un triunfo que no lo mereció.

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