Tomás El Trinche Carlovich, considerado una leyenda para quienes lo vieron en las canchas del fútbol argentino, murió el viernes a los 74 años de edad en Rosario, Argentina.

El exfutbolista había sufrido un golpe en la cabeza después de que dos jóvenes le robaran la bicicleta el miércoles.

El asalto ocurrió cerca de la humilde vivienda donde Carlovich nació y forjó su leyenda. La ciudad de Rosario quedó conmovida por la muerte de una de sus máximas figuras que venera como parte de su historia futbolística.

El Trinche fue admirado por figuras como: César Luis Mennoti, José Pekerman y Marcelo Bielsa, incluso idolatrado por el mismísimo Diego Armando Maradona.

Según la historia, Carlovich siempre escapó de la fama y sobre todo al dinero. Era hijo de un fontanero croata, vivió durante sus 74 años de vida en una humilde vivienda ubicada en Rosario.

Trayectoria discreta

Tomás Carlovich tuvo 15 años de una trayectoria discreta. Debutó en Rosario Central, también jugó en Colón, pero nunca despegó, porque según los medios argentinos, El Trinche prefería disfrutar de la vida y era común que faltase a los partidos.

Las anécdotas  

César Luis Menotti, campeón del mundo en 1978, lo convocó para un seleccionado argentino, pero El Trinche nunca se presentó, según cuenta Menotti, Carlovich le contestó que se había ido de pesca porque en este tiempo el “río bajaba muy alto”.

Otra historia cuenta que un árbitro lo expulsó, pero tuvo que revocar su decisión, debido a que ambas aficiones estaban enojadas porque el espectáculo sin El Trinche, era una basura.

Carlovich y Maradona

Diego Maradona y Tomás Carlovich Foto// Diario Marca

En febrero de este año, Maradona, como director técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata, visitó a Rosario Central por la Superliga Argentina.

Convencido por varios, Carlovich visitó el hotel donde se hospedaba El Pelusa, en dicho encuentro, el rosarino reveló que tuvo una conversación con Maradona.

“Me empezó a hablar al oído, incluso me regaló una camisa y me puso, Trinche, vos fuiste mejor que yo”. Lo único que pude contestar le fue: “Diego, vos fuiste el mejor de toda la historia, el más grande que han visto mis ojos, ahora puedo irme tranquilo”.

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