La confirmación del Barcelona de Xavi Hernández llegó con contundencia en el mejor escenario posible, el día de su estreno en el Santiago Bernabéu, donde castigó con un dominio abrumador a un Real Madrid huérfano sin Karim Benzema, con doble invento táctico fallido de Carlo Ancelotti y una falta de intensidad por su cómoda situación en el liderato que provoca un borrón en su temporada.
La grandeza de un club como el Barcelona no permite salvar temporadas por una gran victoria ante su eterno rival, pero el orgullo de pasar de las peores turbulencias con Ronald Koeman al mando a las mejores sensaciones con Xavi se plasmaron en una cita que jamás olvidará.
El mensaje quedó lanzado en una primera mitad en la que bordó el fútbol. Había perdido los cinco últimos clásicos y su victoria no resucita una Liga que solo podría perder el Real Madrid con un desplome jamás experimentado en la historia de la competición, pero es un golpe que rebaja la euforia del equipo blanco.
Encarar un duelo de tal grandeza sin sentir la presión de un perseguidor, con la amplia distancia de puntos en el subconsciente, no ayuda al futbolista a dar todo en cada disputa de balón.
Las circunstancias obligaron a Ancelotti a retocar su libreto. Y se equivocó. Cubrir la ausencia de su gran referente, Karim Benzema, es más complejo por la falta de minutos de sus sustitutos naturales. Algo que va en el débito del entrenador.
El italiano traicionó su ideal táctico, metió un cuarto centrocampista y solo la presentación de su idea chirriaba. Fede Valverde por Benzema. Jugar sin un 9, con Luka Modric perdido fuera de zona y un rombo en el centro del campo que no vio la pelota. Se protegió por lo que le podía caer y el castigo fue aún mayor.
El Real Madrid pierde el gol y presencia ofensiva sin Karim. Desfigurado, impreciso con balón, falto de intensidad en defensa. Numerosos factores que impulsaron el bajón abrupto del cielo en el que estaba instalado. Se volvió más vulnerable y terrenal que nunca.
Y eso que el clásico nació con el recuerdo en la grada de lo vivido ante el PSG. En una atmósfera inicial similar, el madridismo invitó a su equipo a ir a por el rival. Tenía menos que perder con valentía que esperando en su terreno.