Cuando Fer Palacio arrancó en el mundo de la música no tenía views, ni sponsors, ni hitazos. Tampoco lugares dónde tocar. Mechando entre su trabajo en una fábrica de parrillas y como maquinista de trenes, Fer se hizo fuerte a puro "no". Sin embargo, sus ganas pudieron más: se juntó con dos amigos, puso un par de sueldos encima, sacó un crédito en un banco y abrió Panda, en Padua. "Me tuve que abrir mi propio bar para poder tocar", dice quien hoy es el DJ de cachengue más importante del país.

Con videos que orillan las 10 millones de reproducciones y un canal con un millón de suscriptores, Fer Palacio acaba de abrir su propia DJ house. Y hasta planea hacer su propio "Lollapalooza mensual". "Siempre fui emprendedor", dice detrás de sus característicos lentes.

Como una construcción indescifrable, el cachengue representa el espíritu de la previa, el instante exacto en que nada importa porque se asoma la fiesta. "En la época del barcito empecé a producir mis propios sets y con eso rápidamente pegué unos laburitos." Enseguida, sumó de a cuatro shows mensuales y oficialmente comenzó a vivir de la música.

Con tanta popularidad, Ferpa invirtió el postulado de los DJs: ahora son los músicos los que le piden remixar sus temas. "Gracias a la exposición, los artistas quieren que les haga un remix. Incluso los de afuera, porque quieren impactar en el mercado local", explica. "Es una era en la que los DJs y productores van a tener mucho protagonismo. BZRP tiene más impacto que cualquier otro artista."

En septiembre de 2019, Fer Palacio se mudó con su equipo a Escobar y comenzó a mancillar una idea que terminó potenciada en cuarentena. "Si alguien quiere música para una previa, la va a tener", desliza. Con el comienzo del aislamiento social, preventivo y obligatorio, Fer arrancó –como tantos otros– con unos vivos de Instagram. Primero fueron 3000 views. La semana siguiente, unos 7000. La tercera, 15000. "Es por acá", se dijo. "Estar guardados por la pandemia aceleró el proceso."

Llegó a cosechar casi 30000 espectadores en simultáneo (el pico fue de 29.900) y comenzó a ocuparse de las puestas en escena. Se separó de la idea del DJ tocando en la intimidad de su casa para empezar a montar contextos cada vez más elaborados. "Todo muy independiente, pero ponía un montón de plata en las puestas. El encierro me ayudó un montón, pero siento que me había preparado de antemano."

A propósito, Ferpa no cobra por sus streamings ni por su material. "Es un formato nuevo y lo quiero hacer gratis", insiste. Y esta política laboral la aprendió de la comunidad gamer: que la plata la pongan las marcas y no la gente. "Si me sumo a Twitch, no quiero que obligatoriamente me tengan que pagar. Me sirve que me vean. Si se quieren suscribir, todo bien. O si mañana hacemos un contenido diferencial, también. Pero, inicialmente, mi forma de trabajo es que nadie pague para ver", concluye.

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