La mujer colombiana relató a Javi Cardona, un reconocido creador de contenido que le ofreció 200,000 pesos colombianos (unos 1035 lempiras) para que le contara su historia, que a diario atiende unos tres o cuatro clientes para poder sacar el dinero para comer.

Según contó, ella se vio obligada a trabajar ofreciendo sus servicios sexuales después de pasar una fuerte crisis económica en la que le tocó hasta dormir en la calle. La mujer de 72 años también dijo que aunque tenía ocho hijo y ellos trabajaban, "ninguno le sirve para nada".

"Estuvimos muy mal, nos tocó dormir en las calles. Tengo ocho hijos pero no me sirven para nada porque ellos también tienen su obligación y sus hijos y todo", dijo.

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Mal pagada

Por cliente, doña Omaira cobra 35 o 40 mil pesos colombianos (que son entre 180 y 210 lempiras), porque según dijo "no pagan más de eso". Además, explicó que sus servicios son completos y "debe de hacerles de todo".

Regularmente las personas que la visitan son adultos de la tercera edad que tienen pareja e hijos.

El lugar en el que ella labora es una cantina que también cuenta con varios cuartos pequeños en los que las mujeres trabajan desde las 8:30 de la mañana hasta las 9:00 de la noche.

Esas pequeñas habitaciones, en las que solo hay una cama y una silla, cuestan 10,000 pesos (aproximadamente 50 lempiras) y corren por cuenta del cliente.

Aunque la mujer desea retirarse de la prostitución, la necesidad y la falta de trabajo la obliga a continuar prestando su cuerpo.

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