Cinco mil buzos lesionados se registran en La Mosquitia, según el Programa Prawanka, que significa "Encuentro" en lengua misquita.

Con este programa se busca mejorar las condiciones de vida de esta región, fortaleciendo la pesca, entre otros procesos productivos.

Esos 5 mil buzos lesionados trabajaban en la pesca industrial, en los barcos que salen a la zona de los Cayos Misquitos, donde extraen langosta y caracol.

Pescan con tanques de oxígeno, pero muchas veces denuncian que esos tanques van casi vacíos o que el oxígeno no es 100% puro.

“Para ahorrarse, los dueños de barcos compran un oxígeno que no tiene el 100% de pureza y eso hace que muchos de los pescadores queden lisiados”, explica Wildres Rodríguez Wood, facilitadora de la cadena de pesca impulsada por Ayuda en Acción.

Esos 5 mil buzos quedan sin movilidad, no pueden trabajar, ni realizar actividades y aunque algunos son apoyados por sus familias, otros no tienen más remedio que
pedir en la calle.

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“Es un problema de años. Vienen enfermos, ningún Gobierno les mejora la situación y urge que alguien atienda sus necesidades.

Los gobiernos se olvidan de Gracias a Dios”, dice Bernardo Trapp, pescador de La Mosquitia.

Sin permisos

El otro problema que enfrentan es la constante detención de pescadores y buzos,
que son detenidos en Jamaica, Colombia y Nicaragua.

Esta es una situación recurrente, porque los dueños de bote no tienen permiso para pescar fuera del país y salen del límite marítimo a pescar en aguas extranjeras.

“Lo que enfrentamos los pescadores artesanales es que no tenemos nuestro permiso de explotación y no tenemos un documento legal. Necesitamos que alguien nos apoye en la parte legal como organización”, explica Bessy Liseth Melado Wood.

La representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Honduras, Fátima Espinal, dice que se trabaja en la regulación a través del Acuerdo Estado Rector del Puerto, que busca prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

“Es un trabajo de la FAO en la pesca segura. Se trabaja en proyectos de buceo, sobre todo en La Mosquitia. Es un buceo seguro para que a largo plazo no les afecte la salud a los pescadores”.

Para que los pescadores puedan obtener un permiso necesitan L41 mil.

Otros problemas

A esto se suma la sobreexplotación pesquera, que según denuncia Wildres Rodríguez, lleva a extraer pescados de talla menor a la que se autoriza.

“Es una realidad que se está viviendo en la zona y poco se puede hacer porque solo hay un empleado de Digepesca en La Mosquitia para regular todos los procesos que tengan que ver con la pesca”.

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Pero también, en los últimos días están llegando a La Mosquitia empresas compradoras de La Ceiba y Roatán, las que se han instalado y esto molesta a los pescadores porque sobreexplotan los recursos.

Sin insumos

Además, los pescadores dicen que no cuentan con capital semilla para comprar o
adquirir los insumos para la pesca.

“Los bancos en la zona no dan préstamos a los pescadores. Por eso hacemos la pesca artesanal, utilizando lo poco que tenemos”, lamenta Trapp.

Por eso, lo que obtienen lo venden el mismo día, en el mercado local. Y lo que pueden, lo llevan a vender a La Ceiba y Tocoa, Colón.

La falta de una cadena de frío es otra limitante. La única comunidad que tiene electricidad las 24 horas es Puerto Lempira, pero es un servicio caro, convirtiendo la
cadena de frío en un problema.