Está cuesta arriba la situación para siete millones de hondureños que viven en pobreza y que, por tal condición, no cuentan con los recursos necesarios para hacerle frente al actual desbordamiento en el costo de vida.

Y es que este segmento de la población es el mayormente perjudicado por el alza sostenida en el precio de los combustibles, en la tarifa de energía eléctrica y en el pasaje del transporte.

Siete de cada diez hondureños son los más golpeados por la inflación que en el período marzo de 2021-marzo 2022 se ubicó en 6.96 por ciento, la más elevada de los últimos 11 años.

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El Banco Central reportó que en el tercer mes de este año, el Índice de Precios al Consumidor fue de 0.94 por ciento, como resultado del aumento en el coste de los alimentos, particularmente los industrializados, el servicio de alquiler, los combustibles y algunos artículos para el hogar.

La inflación acumulada en el período enero-marzo de 2022 fue de 2.52 por ciento, destacan los mismos reportes de la institución rectora de la política cambiaria y monetaria.

Los rubros que más se encarecieron en ese tiempo son los alimentos, el alojamiento, el agua, la electricidad, los carburantes y los artículos para la conservación del hogar.

También tuvieron una variación muy fuerte los renglones que encierran las prendas para vestir y el calzado, así como la recreación y la cultura.

En sentido contrario, las tarifas de los hoteles y los precios de los productos ofrecidos por las cafeterías y restaurantes, igual que las bebidas alcohólicas y el tabaco son los grupos de productos y servicios que experimentaron las variaciones más leves.

La región central es donde el precio de los alimentos y servicios es más alto. Le siguen en el orden, los departamentos de las zonas oriental y norte.

En contraposición, las zonas sur y occidental figuran porque supuestamente tienen el costo más bajo de vida o, cuando menos, la espiral inflacionaria no es tan drástica.

Hasta antes de la pandemia, cuatro de cada 10 hogares vivían con menos de un dólar; además, el 96 por ciento de la población económicamente activa trataba de salir adelante con menos de dos salarios mínimos.

Las condiciones para quienes están en pobreza han ido en precario por la emergencia sanitaria y por el estremecimiento del mercado petrolero que -a su vez- ha ocasionado un ascenso desmedido en los bienes de consumo y en los servicios.

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