Se acerca la época de mayor sequía, una condición climática que ponen en riesgo el abastecimiento de agua y la actividad agrícola.

No se ha entrado en la temporada más cruda del verano, pero ya se registran incendios forestales provocados por la mano criminal del hombre con gran daño.

En lo que ha pasado de 2023 el área afectada por los siniestros sobrepasa con creces las mil hectáreas. Hasta la semana anterior se habían producido 70 incendios, un promedio de 35 cada mes.

Los pirómanos y quienes practican las quemas para propósitos de agricultura son, especialmente, los sectores responsables de la pérdida de los recursos forestales.

Los departamentos donde se ha producido la mayor cantidad de incendios son Francisco Morazán, Yoro, Choluteca, Valle, Lempira y Santa Bárbara.

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Debajo de esos términos aparecen Gracias a Dios, El Paraíso, Ocotepeque, Olancho y La Paz, detallan los datos estadísticos del Instituto de Conservación Forestal (ICF).

El Distrito Central y Guaimaca, en Francisco Morazán, son los municipios con la superficie más extensa impactada por los incendios forestales con 202 y 125 hectáreas perdidas, respectivamente.

Figuran inmediatamente San Lorenzo, en Valle, donde el área perjudicada es de 98 hectáreas; Choluteca, en el mismo departamento, con 86 hectáreas; y Puerto Lempira, Gracias a Dios, que reporta 51 hectáreas perjudicadas.

Es creciente el área de bosques arrasada por las llamas. En 2022 se contabilizaron más de 2,600 hectáreas abrasadas; en 2021 fueron 2,300; y en 2019 sumaron 1.500.

Honduras es uno de los países del área que presenta un daño en gran dimensión de los recursos forestales. En los 13 años recientes, alrededor de 600,000 hectáreas de bosque han sido consumidas o afectadas por las llamas.

Hasta el primer trimestre del año pasado se contaban 300 fuentes de agua destruidas y si no se ponen en vigencia políticas de protección del bosque, Honduras estará convertido en un desierto en 2050.

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