José Isaí Córdoba tenía apenas nueve años de edad y muchos sueños por cumplir, pero la irresponsabilidad de los adultos le arrebataron la vida en plena Nochebuena, un mortero tumba casa le deshizo el corazón.

La tragedia ocurrió en el bordo de la colonia Guadalupe de San Pedro Sula, Cortés, a eso de las 12:30 de la madrugada, cuando toda su familia estaba cenando.

El niño iba hacia la pulpería a comprar un refresco, pero en su camino encontró un mortero "tumbacasas" que un desconocidó dejó tirado.

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Lo recogió sin percatarse que estaba encendido, lo abrazó como un juguete y el artefacto explotó en su pecho. Le arrancó un brazo, le deshizo el corazón y le ocasionó quemaduras de tercer grado.

Cuando sus familiares lo encontraron, no había absolutamente nada que hacer. Estaba muerto.

“Nosotros no le compramos pólvora. Alguien estaba quemando los morteros y nunca pensó que estaba encendido”, relató su madre sin identificarse.

Marco Sabillón, tío político del menor, pidió a las autoridades que se apliquen castigos a "personas irresponsables que se dedican a explotar este tipo de artefactos".

"Es una luz que se apaga a corta edad. Ojalá que al ver este caso, las personas que venden productos de pólvora entiendan que están vendiendo la muerte.

José Isaí
José Isaí en vida.

Triste realidad

Durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo son muchas personas que sufren lesiones físicas en Honduras por el uso irresponsable de la pólvora en varios departamentos.

En algunos casos, los daños han sido irreparables por la manipulación de explosivos, como el caso de Joel Andrés, un niño que al tratar de encender un mortero, le estalló en la mano.

Fue trasladado de inmediato a Tegucigalpa, pero no llegó a tiempo. A los médicos no les quedó de otra que amputarle tres dedos de la mano derecha.

Olga, originaria de La Esperanza, Intibucá, viajó de emergencia al Centro Hondureño para el Niño Quemado (CEHNIQ) porque su hijo Dennis manipuló un "cuete" y le explotó en la mano.

Sufrió una quemadura en segundo grado y aun continúa siendo atendido con la esperanza de no perder su mano.

Sandra es tía de Isaac y Anthony, de 7 y 9 años de edad, respectivamente. Estaban en una celebración de su comunidad en Marcala, La Paz, cuando los niños encontraron un explosivo y lo manipularon.

José Isaí
Sandra acompaña a sus sobrinos Isaac y Anthony en su recuperación.

Les explotó en la cara y ahora ambos permanecen hospitalizados con graves quemaduras en su rostro.

Atención y costos

El costo de un niño que llega por atención es de al menos L50 mil diarios con un promedio de estadía de ocho y 10 días.

Cuando se trata de casos sumamente graves pueden superar los tres meses internos en el Centro Hondureño para el Niño Quemado, explica el fundador y director de la Fundación por la Vida del Niño Quemado (FUNDANIQUEM), Omar Mejía.

Omar Mejía, fundador y director de FUNDANIQUEM

Al hacer cálculos en relación con los días de atención, esos L50 mil se convierten en medio millón de lempiras, aproximadamente.

Esto sin tomar en cuenta que algunas atenciones pueden prolongarse por más de tres meses, indica el galeno.

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