¿Qué se puede hacer cuando a tus 25 años de edad te informan que una estructura criminal te quiere asesinar? Iniciando una carrera en el periodismo deportivo toca cortar las ilusiones, por huir de una cruda realidad.
Este es el caso del periodista hondureño Edgar Francescoly Serrano, mejor conocido como Frank Portillo, quien en 2018, sin pensarlo dos veces, tuvo que tomar sus maletas e iniciar su travesía hacia Estados Unidos luego que la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) le informara que una estructura criminal lo quería asesinar.
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Serrano, no contaba con un gran presupuesto para salir del país, sin embargo, la persona que lo ayudo a cruzar fronteras aceptó de cambió un carro que con mucho esfuerzo había logrado adquirir.
Al día siguiente de ofrecerle el vehículo recibió la llamada que confirmaba su salida de las tierras catrachas en búsqueda de un futuro incierto, pero con la esperanza que fuera más seguro.
“Tenía que irme, tenía que dejar todo tirado, mis luchas, mi esfuerzo, mi sudor para poder mantener un buen programa, había llegado a cosas grandes”, expresó el joven periodista.
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Preso en los sueños
Luego de nueve días de su éxodo de Honduras, Frank, cómo también lo conocen sus amigos, logró cruzar la frontera hacia Estados Unidos, dando entrada a nuevos retos que nunca imaginó iba a tener que enfretar.
“Me llevaron a una primera detención de migración donde estuve aproximadamente unas 8 horas, la cual me dieron únicamente un pan con mortadela cruda y había un termo de agua para poder tomar”, relató el joven.
Luego fue trasladado a un centro de detención, con “celdas estilo “gallineros” donde tiene capacidad quizás para unas 20 personas y meten hasta 100 todos apretados”.
Sin colchonetas, con cobijas estilo papel aluminio, y con un inodoro expuesto al aire libre, Frank se sentía “muy desilusionado la verdad de este país, jamás creí que podrían tratar a las personas de esa manera”.
Casi una semana encerrada, con seis libras menos debido a la mala alimentación, esposado de manos y pies, fue trasladado a un centro de detención en Luisiana, luego de haberle comentado a los agentes de migración que era un periodista que huía de Honduras.
“El cambio me afectó muchísimo, no hay hombre que no llore en ese lugar, pude observar que hasta el más fuerte se destrozaba, los días pasaban y aún no sabía nada”, dijo Serrano.
Dos semanas encerrado, escuchó a los agentes gritar su nombre, se acercó a ellos para contar su historia.
“Se había cumplido el primer paso, ahora tocaba esperar la respuesta, pasaron otras dos semanas y me enviaron lo que tanto esperaba, habían creído lo que decía, ICE sabía que no podía regresar a Honduras, y me otorgó el Miedo Creíble (para poder aspirar a un asilo)”.
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Aire de libertad
Tas 58 días de sufrimiento de haberse enterado que lo buscaban y el infierno en las cárceles, recuperó su libertad.
“En el camino de Honduras hacia Estados Unidos pensé en un amigo y él me dijo que estaba bien que me fuera, él me iba a recibir”, confesó Serrano.
Logró llegar al estado donde actualmente vive, “mi amigo muy contento me recibió y me mostró su casa, me dijo que me había hecho un espacio en la sala para dormir, yo acepté”.
Iniciar el proceso de adaptación en un nuevo país nunca es fácil, aunque Frank tenía una gran experiencia en medios nacionales de Honduras, no había un espacio para él en ese rubro en el país norteamericano.
“Las opciones para mi eran muy limitadas, no sabía hacer nada, me sentía incapaz en este país cuando pronto mi mente me empezó a traicionar”, dijo Serrano, quien pensó en el suicido en múltiples ocasiones.
Sin embargo, con la mejor de las actitudes abrazó el reto, aprendió nuevos oficios en como mecánico y electricista, cosas que jamás hizo en su país y lucha día a día por un mejor futuro, mientras arregla el trámite para obtener su asilo político.
“Estando aquí me he dado cuenta que vivir en Estados Unidos no es sinónimo de riqueza, vivir en Estados Unidos es esfuerzo, valentía, coraje, y sobre todo mucho sufrimiento”, puntualizó Frank.
Serrano actualmente tiene 27 años y aunque no ha sido nada fácil, ha aprendida a ser muy fuerte.
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