Violencia, estafa y abuso sexual, son las vivencias que más experimentan las mujeres hondureñas en su odisea por México con la esperanza de llegar a los Estados Unidos pero que se ve truncada cuando son detenidas por migración y posteriormente deportadas a sus países de origen.

Así lo dio a conocer Sandra Ivett Amador Mazariegos al presentar su estudio “La experiencia del retorno al lugar de origen: mujeres migrantes retornadas de la colonia López Arellano”, el cual fue divulgado el martes en San Pedro Sula.

El portal Departamento 19 destacó que aunque el estudio analiza los casos de las deportaciones femeninas en la colonia López Arellano, en el municipio de Choloma, Cortés, brinda una radiografía sobre la migración y deportación femenina de toda Honduras.

Mazariegos detalla en su informe que “dentro de las experiencias que marcaron su viaje irregular hacia Estados Unidos, se registran subir el tren, la violencia en México, la estafa por parte de los coyotes, el frío dentro de las cárceles al ser detenidas, el miedo y la frustración de conseguir su objetivo final".

Además agrega que, "sin lugar a dudas, el acoso y abuso sexual es la experiencia más repetida entre los relatos de las entrevistadas, ya sea porque lo vivieron en carne propia o porque lo escucharon entre otras mujeres durante el camino”.

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La mayoría de mujeres que migran de Honduras fueron víctimas de la violencia, destaca el estudio.

El estudio de Mazariegos expone que as mujeres entrevistadas están dentro de un rango entre 13 y 50 años de edad, siendo mayoría las menores de 30 años. La mitad de las entrevistadas mencionaron estar en pareja, la otra parte manifestó estar solteras o separadas. Viven en el núcleo un promedio de seis personas por familia y casi todas tienen hijos.

También detalla que en estos núcleos usualmente solo una persona percibe ingresos, muchos tienen negocios propios que van desde la venta de tortillas, queso, lotería ilegal, venta de comida, entre otros, hasta trabajos asalariados en donde reciben ingresos inferiores al mínimo establecido en las leyes del país.

La mayoría de ellas vive en lugares que rentan, usualmente se trata de una sola pieza sin divisiones internas, donde se puede observar una o dos camas, una cocina improvisada, en alguno de los casos con una hornilla fuera de la casa para preparar los alimentos.

Asimismo, concluye con que las mujeres entrevistadas para este estudio tuvieron la particularidad de haber sido migrantes que retornaron al país, en la mayoría de casos después de una deportación.

 

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