En medio de una acera solitaria de Los Ángeles, California, un refrigerador rojo llama la atención de quienes circulan por la zona, "Comida gratis", se lee en la puerta superior en grandes letras rojas.

Limpia, iluminada y fría, la refrigeradora tiene de todo leche, frutas, vegetales, pollo, jugos, quesos, todo lo necesario para que las personas más necesitadas en estos tiempos de pandemia puedan alimentarse.

Es uno de los varios "refrigeradores comunitarios" que desde principios de julio comenzaron a aparecer en las calles de esta ciudad, ya con altísimos índices de indigencia y muy golpeada por la crisis económica generada por la pandemia del coronavirus.

Estas neveras no tienen candado, no hay nadie vigilándolas, no hay formularios o filas, tampoco hay límites en las porciones. Están abiertas y funcionando todos los días, las 24 horas.

Pero hay un claro mensaje que la gente debe percibir y una sola regla que se debe cumplir: "Quien necesite que tome y quien pueda que done", así de sencillo, es todo lo que se pide para que la gente con voluntad pueda cooperar.

La idea, inspirada en una iniciativa similar en Nueva York, es que quien necesite, tome lo necesario para alimentarse, y que quien pueda donar algo, lo coloque dentro de la heladera a cualquier hora del día.

Los refrigeradores están pintados con colores llamativos y mensajes alentadores, en inglés y español. A los lados hay cajas con alimentos no perecederos como enlatados y cereales. Algunos hasta dejan ropa y zapatos.

Las personas de la ciudad se acercan, toman lo necesario, sin abusos, mientras otros llegan a depositar lo poco que tienen para que las neveras puedan mantenerse surtidas de alimentos, y así el ciclo se va repitiendo a diario.

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