Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) han comenzado a fabricar una mascarilla que se iluminará cuando se detecte el coronavirus.

Los especialistas en bioingeniería pretenden que este instrumento facilite la prevención de contagios por covid-19. Cuando alguien contagiado respire, tosa o estornude, una señal fluorescente se encenderá.

El uso de esta mascarilla podría ser útil en aeropuertos y en otros tipos de terminales de transporte. Asimismo, ayudaría a doctores y enfermeras ya que no enviarían pruebas a los laboratorios.

El documento indica que la producción de las mascarillas recién comienza pero se han obtenido resultados alentadores. El trabajo de los últimos días se concentra en conseguir que los sensores detecten el virus en pequeñas muestras de saliva.

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El uso de mascarillas se ha convertido en una necesidad en todos los países del mundo. /Foto: Diario AS

Según Business Insider, Jim Collins, del laboratorio de MIT, expresó que “a medida que abramos nuestro sistema de tránsito, podría imaginarse que se utilizará en los aeropuertos a medida que pasamos por el control de seguridad, mientras esperamos subir a un avión”.

Collins explicó que cualquier persona la podría usar en oficinas de trabajo, hospitales o en una sala de espera de cualquier centro de salud.

Este proyecto, no es el primero que este grupo de norteamericanos desarrollan. En 2014, elaboraron sensores para detectar el Ébola. En 2016, realizaron modificaciones para aportar en la lucha contra el Zika.

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Collins dijo que los primeros ensayos se hicieron sobre hojas de papel, pero los sensores también funcionan en plástico, tela y cuarzo.

¿Qué contienen los sensores?

Contienen material genético que se pega al virus, su activación depende de la humedad, que en este caso es la saliva o las partículas que salen de vías respiratorias, y la secuencia genética del virus. Lo segundo ya fue descubierto por un laboratorio de Shanghai.

En cuanto a la señal fluorescente, esta advierte del virus puede durar entre una y tres horas. Para verla se necesitan fluorímetros, que, según Collins, son económicos y se pueden repartir a funcionarios de sanidad, quienes lo pasarían por enfrente de las mascarillas.

Collins estimó que para el final de verano su invención tenga luz verde para ser fabricada en grandes cantidades.