El riñón de Debbie Stevens, de 47 años, no era compatible para su jefa, Jackie Brucia, de 61, sin embargo, su órgano fue trasplantado a otro paciente para que su superior a cambio recibiera el de otra persona.

Mientras la dependiente descansaba en su casa luego de pasar por el quirófano comenzó a recibir llamadas de la patrona, molesta porque su donadora continuaba en el postoperatorio.

"¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás en el trabajo? No se puede entrar y salir cuando se te plazca. La gente va a pensar que tenés privilegios", dijo Brucia según relató Stevens a The New York Times, citado por el Clarín.

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Pese a que la historia ocurrió en 2011, el hecho volvió a viralizarse en los últimos días por lo que sufrió la mujer, quien recibió reproches de su jefa y un traslado a otra sede de su trabajo, misma que estaba a 50 kilómetros de su casa y catalogó como un castigo.

Por estas razones, Stevens acudió a un psicólogo, el cual remitió una carta a la empresa, que como respuesta, la despidió.

"Decidí convertirme en un donante de riñón para mi jefa, y ella se llevó mi corazón (...) Me siento muy traicionada. Esta fue una experiencia muy dolorosa y horrible. Ella tomó mi regalo, lo puso en el suelo y lo pateó", externó la mujer.

A pesar de todo, la mujer aseguró no arrepentirse, pues su riñon logró salvar una vida. Debbie presentó una demanda ante la Comisión de Derechos humanos de Nueva York reclamando indemnización por daños y que le devuelvan un riñón. Actualmente está desempleada.

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