Terrazas y bares cerrados, plazas y calles desiertas, tiendas clausuradas… al igual que otras ciudades europeas, Madrid era este sábado una capital fantasma debido a las medidas drásticas contra el avance vertiginoso del coronavirus.

"Nosotros que estamos acostumbrados a ver multitudes, ver así la Puerta del Sol nos resulta desolador", dice pertrechado de mascarilla y guantes Paco Higueras, empleado de una cadena de alimentación en la calle Mayor, en pleno centro de la capital española.

Por orden del gobierno regional madrileño, desde este sábado y hasta el 26 de marzo, por lo menos, estarán cerrados todos los negocios no indispensables, lo que excluye alimentación, farmacias, kioskos, estancos y gasolineras.

El objetivo es contener la epidemia en la región más castigada de España, que ya sumaba 2,940 contagiados y 133 muertos, según las autoridades.

El resultado era impresionante en Madrid, una ciudad chispeante de actividad en tiempos normales y célebre por sus bares y terrazas atiborrados de gente tomando tapas y cañas, y que además es la casa de unos 23,498 hondureños, de acuerdo con datos oficiales publicados por el Ayuntamiento de Madrid, actualizados hasta enero de este año.

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Solo si es necesariamente salir, las autoridades recomiendan que lo hagan. AFP.

En la Plaza Mayor y las calles adyacentes estaban cerradas todas las terrazas, y aparte de los vehículos de policía y algunos empleados municipales de limpieza sólo se veía deambular a algunos turistas. En los locales lucían carteles con explicaciones como "cerrado por responsabilidad social".

En las farmacias los clientes hacían cola, guardando entre ellos una distancia de seguridad, y los empleados ofrecían gel para limpiarse las manos después de pagar.

Paco Higueras cuenta que esta semana la facturación cayó un 80% en el restaurante de su local, pero acepta resignado que "hay que afrontar lo que viene".

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En la puerta de Alcalá, una de las plazas más icónicas de Madrid, las terrazas estaban clausuradas, y el kiosquero Juan Carlos García, que trabaja aquí desde hace 45 años, veía las cosas con una mezcla de pesimismo y estoicismo.

"Ha bajado mucho" el negocio, dice, y "pinta igual los 14 días que vienen, con todo cerrado". Asegura que mientras haya suministro de prensa seguirá abriendo, pues "somos un servicio público".

Al mismo tiempo se multiplicaron los llamamientos a la solidaridad desde las autoridades regionales y la Cruz Roja, con numerosos carteles en las calles animando a la población a donar sangre para mantener las reservas en el nivel requerido.

"Somos cuatro compañeras de piso, y en cuanto vimos el aviso y que había centros de salud desbordados, nos organizamos y vinimos aquí", cuenta a la AFP Elena García Mañes, una chica de 25 años que vino a donar sangre en un autobús de Cruz Roja estacionado en la Puerta del Sol.

"Yo esperaba muchísima menos gente", apunta sorprendido Khuni Hiko Shimizu, un voluntario japonés de la Cruz Roja. De hecho, este mismo sábado la consejería de Salud de la región de Madrid señaló que la respuesta de la población ha sido "masiva" y que su centro de transfusión "por el momento no necesita más sangre".

Las plazas están sin actividad.

Ambiente febril en los supermercados

La excepción al cerrojazo eran los supermercados, adonde los madrileños han afluido masivamente en los últimos días para pertrecharse de alimentos y artículos de limpieza, pese a que el sector de la distribución ha asegurado que no habrá desabastecimiento.

En muchos supermercados había estantes enteros vaciados de productos como conservas, carne envasada o legumbres, y en alguno incluso los empleados estaban regalando gel hidroalcohólico para lavarse las manos.

Los turistas se mostraban contrariados, en una ciudad que cerró todos sus museos, entre ellos las pinacotecas de El Prado, el Thyssen y el Reina Sofía.

"No esperábamos que cerraran todo de un día a otro. Ahora tememos que cierren la frontera", dijo a AFP Xenia Damianaki, una turista griega que llegó el jueves a Madrid con su marido y su hija pequeña, y se dispone a acortar su viaje para regresar este domingo.

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Fabricio Montés, un turista argentino empleado del sector de la aeronáutica y que vino con su esposa y dos amigos, dice que el paso por Madrid está resultando "malo, pésimo".

Le preocupa que este domingo va a cerrar su hotel, por lo que deberán encontrar alojamiento para otras dos noches. "Estamos en la pampa y en la vía", suelta con sarcasmo.

Escenas similares se han visto en los últimos días en grandes ciudades del continente como Roma, Milán y Dublín, en una Europa que según la OMS se ha convertido en "el nuevo epicentro" de la pandemia del nuevo coronavirus.