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El Miércoles de Ceniza es una festividad y un día para la Iglesia Católica, ya que los feligreses atienden a una misa para darle comienzo a la Cuaresma, un período de 40 días que los prepara para la Pascua.
Durante los meses de marzo y abril usualmente se celebra la Semana Santa, sin embargo, las fechas varían ya que depende del calendario lunar; y cabe señalar que si bien la Semana Santa solo dura siete días, comprende un período más amplio para los católicos.
La Cuaresma es un tiempo de preparación espiritual para los católicos que los prepara para recibir a Jesús en Pascua, el último día de Semana Santa, donde se recuerda la resurrección de Jesús a los tres días de ser crucificado.
La Cuaresma dura 40 días y comienza a partir del Miércoles de Ceniza, donde a los feligreses que atienden a misa se les coloca una cruz en la frente con ceniza y agua.
Este tiempo espiritual comprende ciertas características muy importantes; dos de ellas siendo el ayuno y la abstinencia.
¿Qué es el ayuno y la abstinencia durante la Cuaresma y Miércoles de Ceniza?
El ayuno es una práctica que consiste en abstenerse de comida o bebida durante un tiempo determinado.
En la Cuaresma, los católicos están llamados a hacer ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
El ayuno se realiza en una sola comida principal, mientras que las otras dos comidas se deben reducir en cantidad y calidad. La abstinencia, por otro lado, consiste en la renuncia a carne roja, especialmente en los viernes de Cuaresma.
Ahora, si bien es una práctica abstenerse de carnes rojas los viernes de Cuaresma y el mismo Miércoles de Ceniza, el ayuno y la abstinencia tiene un sentido más profundo para los católicos, ya que, el ayuno se refiere a dejar de consumir cualquier tipo de cosa que nos guste.
Se puede hacer un ayuno o abstinencia del uso del celular por mucho tiempo, del chisme, de la crítica, de la soberbia, enojo, gula, pornografía, entre otras cosas.
Se predica durante estos 40 días que la abstinencia trascienda más que no comer carne, sino de aquello que cuesta más dejar con el objetivo de preparar su alma para la Pascua.
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