Las elecciones generales de Nicaragua, en las que se espera una nueva reelección del sandinista Daniel Ortega, en el poder desde el 2007, se han caracterizado el domingo (07.11.2021) por una escasa participación debido a que, para muchos, el resultado está determinado de antemano.

El camino para el quinto mandato de Ortega y cuarto consecutivo quedó allanado cuando la Policía Nacional, que dirige un consuegro del mandatario, arrestó a siete posibles candidatos presidenciales de la oposición que se perfilaban como sus principales rivales y que podían servir de contrapeso.

Otros dos aspirantes disidentes se marcharon al exilio alegando razones de seguridad.

Sin competencia electoral, la jornada se ha centrado en otros dos ejes: el nivel de participación y la legitimidad que tendría Ortega, quien, por su lado, consideró que lo que está en juego es la paz o el "terrorismo", esto último, según él, promovido por la oposición excluida de los comicios.

Ortega ataca a la oposición

Tras depositar el voto junto a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que también aspira a reelegirse, Ortega ofreció un mensaje en una cadena televisiva y radial en el que atacó a los opositores encarcelados y en el exilio, así como a las protestas que estallaron contra su Gobierno en abril de 2018.

"Estamos realizando estas elecciones, y seguros de que en esta batalla, que es una batalla histórica, donde hay que decidirse por el terrorismo, la confrontación, la guerra o la paz", dijo Ortega desde la Casa de los Pueblos.

El mandatario ofreció sus declaraciones a mitad de la jornada electoral, que ha transcurrido en calma y con baja afluencia de votantes, en contraste con los pronósticos del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que predijo una votación masiva.

La oposición excluida de participar en las elecciones, los nicaragüenses en el exilio y la Asociación Madres de Abril, que aglutina a familiares de las víctimas del estallido social de 2018, lanzaron campañas desaconsejando votar bajo el argumento de que hacerlo sería legitimar a la "dictadura Ortega Murillo".

Los opositores usaron las etiquetas #YoNoBotoMiVoto, #YoNoVoto o #NicaraguaNoVota, entre otros, con las que instan a los nicaragüenses a no salir de sus casas, mantener las puertas cerradas y las calles vacías, porque consideran que "no hay por quién votar" y que, hasta ahora, lo califican como un éxito.

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