Por las callejuelas del principal burdel de Bangladés, Meherun Nisa llama a las puertas de las cabañas en las que viven las prostitutas, con la idea de convencerlas de que se vacunen contra el covid-19.

A sus 50 años, esta prostituta, a un paso de jubilarse, se preocupa por la suerte de las cerca de mil novecientas trabajadoras del sexo, actvas y retiradas, de entre 14 y 40 años, que viven en Daulatdia (oeste), donde también ella pasó casi toda su vida.

Al menos 38 de las prostitutas con las que ha hablado se han vacunado desde febrero, cuando Nisa empezó a colaborar como voluntaria en la oenegé india Mukti Mohila Samity, especializada en salud y educación. 

"Para nosotras, la distancia no es una opción. Solo la vacunación puede ayudarnos [...] Si nos vacunamos, los clientes no tendrán miedo", explica a la AFP Nisa, sentada en la cama, en una pequeña habitación sin ventanas. 

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"Muchas tienen miedo de las agujas. Las 'infox' [informaciones falsas] sobre muertos tras la inyección provocaron miedo", agrega. "A veces, me canso de que tantas chicas me ignoren y prefieran, simplemente, creerse los videos que ven por internet".

"Las digo que la vacuna es el mejor medio para protegerse y, poco a poco, van reaccionando", asegura.

Como tantas otra en Daulatdia, adonde llegó cuando tenía 13 años, Nisa fue víctima de tráfico de seres humanos. 

Casi tres millones de personas mayores de 40 años han sido vacunadas en Bangladés (168 millones de habitantes), cuyas autoridades suprimieron las restricciones relacionadas con la edad en Daulatdia, con el objetivo de vacunar a todo el mundo.

Bangladés es uno de los pocos países musulmanes en los que la prostitución es legal para las mujeres mayores de 18 años.

Al menos 150 prostitutas recibieron la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca, indicó Asif Mahmud, médico responsable de la campaña de vacunación en Daulatdia.

"Si las prostitutas no se vacunan, Daulatdia podría convertirse en un foco de coronavirus", advirtió. 

Durante los meses de confinamiento,las prostitutas tuvieron muy poco trabajo. Pero ahora que las restricciones se han suavizado, se siguen quejando de tener pocos clientes. 

Según Jhumur Begum, que dirige una asociación de prostitutas de Daulatdia, las trabajadoras tienen que lidiar con clientes que no quieren ponerse la mascarilla.

"Cuando las chicas salen a trabajar fuera de este barrio, llevan mascarilla", afirma Begum, que acompaña a Nisa en su campaña de puerta a puerta. "Pero si también llevaran mascarillas aquí, su actividad se vería resentida".

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