Aún no cierra la herida en Estados Unidos por la muerte del ciudadano afroamericano, George Floyd, el pasado 25 de mayo a manos de un policía en el condado de Minneapolis, Minnesota, y la policía ha abierto ahora una más grande ante la fría forma en que fue tiroreado otro afroamericano en el estado de Wisconsin, al norte del país.
El domingo 23 de agosto, un agente de la policía en la localidad de Kenosha disparó hasta en siete ocasiones contra Jacob Blake de 29 años de edad, mientras intentaba entrar a su vehículo en el que permanecían sus hijos dentro.
Según el reporte policial, Blake al parecer habría sido denunciado por vecinos que alertaron sobre un supuesto incidente de violencia doméstica, por lo que los agentes llegaron al lugar donde se originó el fatal hecho, según informó el Dallas Times.