Desde antes de su toma oficial de posesión, en un Washington blindado tras el ataque al Capitolio apenas dos semanas antes, Joe Biden y Kamala Harris, ya preparaban su estrategia para controlar la pandemia del covid-19 y encaminar el país a una "normalidad" largamente esperada.
Disminuir los índices de contagio del virus a través de regulaciones y un mayor acceso a pruebas estuvieron entre las primeras decisiones de la administración, que pronto tuvo que lidiar además con el drástico aumento de migrantes en su frontera sur.
Y más adelante, con las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania.
"Normalidad" tras la peor pandemia en 100 años
Desde sus primeros días, la administración puso el acceso a las pruebas y las vacunas en el centro de su plan para contener la expansión del virus. Biden implementó regulaciones como el uso obligatorio de mascarillas en medios de transporte público y edificios federales, al tiempo que amplió los sitios de pruebas y vacunación.
La dupla Biden-Harris también impulsó un paquete de medidas de alivio económico para tratar de paliar los efectos en pequeños negocios y otros sectores del país.
Según datos de la Casa Blanca, entre 2021 y 2022 el gobierno organizó el mayor programa de vacunación gratis en la historia de Estados Unidos, con la movilización de 90,000 locaciones con la capacidad de administrar 125,000 inyecciones al día.
Si bien, las campañas de vacunación masivas encontraron resistencia en algunos sectores de Estados Unidos, millones de inmunizaciones facilitaron una caída en el número de muertes y las hospitalizaciones.
La administración eliminó a mediados de 2021 el requisito de la mascarilla en espacios cerrados y oficinas, escuelas y universidades comenzaron a reabrir, muchas con un programa híbrido que combinaba asistencia presencial y trabajo remoto.
El actual Gobierno estadounidense también se involucró en el control de la epidemia fuera de fronteras.
Vacunación en América Latina
A través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, en inglés), Washington destinó 539 millones de dólares para financiar más de 70 millones de dosis en América Latina.
La aparición en 2022 de nuevas variantes del virus, mucho más resistentes que las anteriores, comenzó a amenazar los avances en el control de la pandemia.
La administración volvió su atención a la producción de versiones de refuerzo de las vacunas ya existentes, y lanzó una campaña para promover las inyecciones de refuerzos contra las peligrosas versiones Delta y Ómicron de cara al invierno.
En septiembre, Biden declaró el fin de la pandemia, mientras su administración anunció que se enfocaría en manejar "una nueva normalidad" que incluye convivir con el covid-19 y sus variantes, las cuales continúan preocupando a las autoridades sanitarias internacionales.