Este fenómeno, aunque no nuevo, ha sido resaltado recientemente por el vocero de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, Tomás Cruz Perales, quien compartió las experiencias de los clérigos en ese estado.

Cruz Perales detalló que los sacerdotes han sido forzados a participar en celebraciones, cómo bautizos, en las fincas de miembros del crimen organizado, ya que se les impide realizar estas ceremonias de manera convencional.

Incluso, mencionó situaciones en las que los sacerdotes son llevados por los criminales para oficiar eventos en sus propios términos.

Cuando se le preguntó acerca de las posibles donaciones provenientes del narcotráfico, Cruz Perales lo negó categóricamente, descartando la participación de la Iglesia en la construcción de templos u otras obras financiadas por el crimen organizado.

Además, hizo hincapié en la incompatibilidad moral de recibir dinero manchado de sangre, destacando que "el dinero con sangre no está permitido" en la Iglesia católica.

Crimen organizado y fe católica en México

En México, un país mayoritariamente católico, el tejido social y cultural está fuertemente ligado a la religión, donde el crimen organizado busca mantener su influencia y participación en estas tradiciones arraigadas, incluso a través de métodos coercitivos que llegan hasta la misma Iglesia católica.

Este fenómeno no se limita a obligar a los sacerdotes a oficiar misas privadas, sino que se extiende a una compleja relación entre el narco y la Iglesia.

A lo largo del país, los sacerdotes han jugado roles cruciales en la denuncia de las acciones del crimen organizado, y muchos se han convertido en defensores y voceros de las comunidades oprimidas.

Sin embargo, esta valentía también ha llevado a situaciones de amenazas y violencia, como el caso del padre Goyo en Michoacán, quien afirmó que existe financiamiento político al crimen organizado y que este ha comprado el silencio de la Iglesia frente a la violencia desatada.

El clérigo, ahora suspendido, también aseguró que el narco ha comprado el silencio de la Iglesia ante la ola de violencia que se vive en el estado, principalmente en la región de Tierra Caliente.

Sobre su suspensión dijo que fue porque le "tocó los cayos a quienes están apadrinando a mi obispo Cristóbal Ascencio García, quien tiene 10 camionetas Ford Ranger, que le dio el grupo criminal Los Viagras".

Control del narco sobre la fe

El control del narco sobre la Iglesia no se ha limitado solo a las intimidaciones y amenazas; también se ha evidenciado en actos públicos.

En un incidente en Jalisco en 2022, el sacerdote José Luis Segura Barragán fue amenazado por nueve hombres armados que interrumpieron la ceremonia religiosa en plena misa.

Este ataque, frente a los feligreses y durante una liturgia en memoria de clérigos víctimas del crimen organizado, subrayó la vulnerabilidad incluso en los recintos sagrados.

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