Editorial HRN: la ENEE, el hoyo negro de las finanzas de Honduras
Luego de la decisión de dar marcha atrás al abusivo aumento en las tarifas que había sido fijado por la Comisión Reguladora de Energía Eléctrica, ha vuelto a ser colocado sobre el tapete el endémico desfase operativo y financiero de la ENEE.
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No tenemos certeza de qué es lo que va a ocurrir en septiembre, cuando corresponde efectuar una nueva revisión de los costos de consumo de energía eléctrica para su vigencia en el período octubre-diciembre.
Lo más probable es que el monto que la estatal eléctrica dejará de percibir por el congelamiento del valor de consumo en el lapso julio-septiembre, será recuperado con creces cuando sea anunciada la nueva estructura tarifaria, a finales de 2021, culminado el juego de los políticos postulados para los comicios de noviembre.
Tampoco podemos ser tan simplistas en el análisis de la crisis que enfrenta la ENEE. El enorme desfase en sus finanzas No está vinculado exclusivamente con la entrada de recursos por facturación de consumo.
La institución tiene un pasivo total que ronda 80,000 millones de lempiras, pérdidas cercanas a 35 por ciento y cuentas pendientes con los proveedores que ascienden a 10,000 millones de lempiras.
Las cifras que muestran la debacle de la ENEE suman y siguen: La deuda pública interna y externa de largo plazo rebasa los 50,000 millones de lempiras, en tanto sus ingresos por ventas alcanzaron los 10,700 millones hasta mayo de este año.
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No ha sido suficiente la enorme deuda que ha adquirido nuestro país para solventar los compromisos inmediatos de la ENEE y estabilizar su relación ingresos-gastos.
Entre 2019 y 2020, el Estado ha asumido compromisos por 1,300 millones de dólares, colocados en bonos soberanos que, al final, tendremos que pagar todos. El descalabro de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica tiene una contribución fuerte en el déficit fiscal de Honduras.
La ENEE No ha podido salir de su catástrofe por razones esenciales como la falta de inversión, la ausencia de una visión de rescate y la maquiavélica conspiración de los políticos que han hecho miserables negocios a costa de la moribunda institución de servicio público.
Mucho se ha hablado de la urgencia de colocar a la estatal eléctrica entre las prioridades de la agenda nacional, que no es más que planificar su resurgimiento a partir de la renegociación con los generadores privados y de la revisión del mal concebido contrato para la reducción de pérdidas, suscrito con la Empresa Energía Honduras.
El despeñadero al que ha sido lanzada la Enee ya sobrepasa toda la institucionalidad del país. Lo peor de todo es que nada más la adopción de medidas inmediatas; es decir, colocar parches para No dejar morir la empresa de "un solo golpe", nos llevaría un mínimo de cuatro o cinco años.
¿Acaso lo único que queda es vender "al mejor postor" la desventurada Empresa de Energía Eléctrica? ¿Queda otra opción para recuperar la institución, que es parte de nuestro patrimonio?
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