La inscripción de partidos políticos en Honduras se da como cartas de naipes, sin importar si al final este partido se sostendrá en el estamento democrático, si tendrá capacidad técnica, administrativa, financiera y de simpatizantes para seguir inquiriendo en la política nacional;  o, ¿acaso seguir defendiendo la democracia en el país y su fortalecimiento pasa por la inscripción  a la garduña de nuevos partidos políticos en Honduras?, creo que ya es tiempo de revisar con mucho análisis, por el bien del país y sus finanzas,  la Ley Electoral sobre este tema.

No quiero perder la premisa  que este es un derecho ineludible que tiene la clase política, pero ojo, no quiere decir que el abanico se abre a diestra y siniestra. ¿Acaso la gobernabilidad del país pasa por aumentar la lista de partidos políticos?, o, esto se convierte en ingobernabilidad cuando los dirigentes de estos institutos formados y otros por inscribirse se apegan a otros intereses, esto más bien deja dudas en la democracia; es tiempo entonces de poner, no trabas, pero, sí requisitos más extremos y exigencias para la conformación de nuevas propuestas políticas.

Miremos un poco el retrovisor de la historia para entender y sacar conclusiones si fue  o no convenientes formar más partidos políticos en Honduras. La democracia en Honduras inicia desde su independencia (1821), comenzando con la elección del primer gobernador democráticamente electo, Dionisio de Herrera, en el primer gobierno de la nación, posteriormente el 5 de febrero de 1891 se funda el Partido Liberal de Honduras y  el 27 de febrero de 1902 se funda el Partido Nacional de Honduras, quienes han gobernado la nación. Luego surgen otras instituciones: en 1968 se funda el partido Demócrata Cristiano y en 1974 se funda el Partido Innovación y Unidad, luego vienen otros al ruedo político y  hoy en día son 14 partidos políticos, algo así como mucho ruido y pocas nueces.

Así, a groso modo, algunos requisitos que según la Ley Electoral de Honduras se necesitan para inscribir un partido político son: 50 ciudadanos hondureños en pleno goce de sus derechos pueden comparecer ante un notario público para tal propósito, el  respaldo del dos por ciento de la cantidad de votos  válidos en la última elección, y de al menos 42 mil firmas de ciudadanos hondureños entre otros requisitos. La Ley Electoral ya manda que en el nivel de elección que si un partido político no logra al menos un diputado u alcalde, entonces, pierde su personería jurídica; tal como pasó a la Alianza Patriótica y Faper, pero ya la historia nos recuerda que vía resolución de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) retornaron a ruedo político.

La nueva Ley Electoral ya muestra el camino legal para la formación y registro, pero específica que cualquiera de los 14 institutos políticos que participen en las elecciones generales en noviembre de 2021, si no logran al menos 3 mil sufragios en el nivel presidencial, perderán su personería jurídica. Bueno, poco a poco se estaría aclarando esta situación, aunque la mayoría de hondureños están de acuerdo en reducir los partidos políticos, sin embargo  en los últimos meses el Consejo Nacional Electoral dio luz verde a los partidos Nueva Ruta, Salvador de Honduras, Lidehr y Todos Somos Honduras.

Otra noticia que dejan las reformas electorales es la forma de pago de deuda política, ya se eliminó el reglamento del 15 por ciento que favorecía a los partidos emergentes que por lo menos recibían después de cada proceso un promedio de 9 a 10 millones de lempiras, ahora el pago será de 59 lempiras por cada voto que saquen; sin duda lo más democrático que pudo haber pasado en el país, un respiro  a las finanzas públicas que por la pandemia del covid 19, dejará una brecha fiscal insostenible en el 2021 sino se logra un plan de contención del gasto público.

Sí, es necesario comenzar a dialogar entre los sectores políticos lo que más conviene para Honduras. Es cierto, hay que fortalecer la democracia, pero no con acciones demagógicas y pretenciosas, por eso regulemos la activación de más partidos políticos, porque no entendemos si es para  ser un certamen de la democracia o simple y sencillamente para hacer negocios. Debería ser la sociedad que regule el surgimiento de nuevos partidos políticos  y su permanencia y ver si son opción de triunfo o descartarlos, porque no se puede estar vegetando, ya es tiempo de  quitarse el mote de ser partidos bisagras.

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