Honduras hacia un proyecto de país después de la destrucción
No será fácil reconstruir la infraestructura vial y productiva del país, severamente deteriorada por la fuerza de la naturaleza, sin el concurso de todos los sectores.
Mucho se ha hablado, interpretado y analizado sobre la apremiante necesidad de volver a darle vida al socorrido "Proyecto de Nación, Visión de País".
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El concepto ha tomado vigencia ahora que Honduras ha quedado devastado por las tormentas Eta y Iota, con un balance de casi un centenar de muertos, más de dos millones de personas afectadas directamente y daños que se calculan en 10,000 millones de dólares.
No será fácil reconstruir la infraestructura vial y productiva del país, severamente deteriorada por la fuerza de la naturaleza, sin el concurso de todos los sectores.
A decir verdad, No observamos signos de un cambio de actitud entre los sectores que tienen el poder de decisión y la atribución de administrar el Estado de Honduras.
Y, como es bien sabido, la rehabilitación y desarrollo de nuestro país requiere de una unidad de esfuerzos, de una acción de cuerpo y de la ejecución de un plan viable, incluyente y consensuado.
En las emergencias que nos ha tocado enfrentar por el desplazamiento de los meteoros Iota y Eta, con un resultado devastador, lo que ha sobresalido es la “solidaridad del pueblo con el mismo pueblo”.
Los testimonios de los damnificados que han tenido pérdidas totales o parciales son irrebatibles: Han sido los mismos pobladores de corazón noble, dirigentes de organizaciones civiles, representantes de entidades privadas de desarrollo, un sector de empresarios y un movimiento impulsado por medios de comunicación creíbles como la Corporación Emisoras Unidas-Televicentro, los que han tendido su mano de ayuda a los compatriotas en desgracia.
Han sido estos segmentos y gobiernos amigos que se sumaron a las labores de ayuda humanitaria, los que han acudido al llamado de los sectores de la población hondureña duramente castigados por la fuerza desbocada de la naturaleza.
Los connacionales que todavía están en centros de refugio temporales o aquellos semejantes cuyas casas quedaron bajo el lodo y que ahora no tienen dónde ir, lo mismo que los productores que necesitan asistencia financiera porque sus cultivos sufrieron daños o se echaron a perder, se preguntan "a vos en cuello": ¿Dónde están los políticos?
Esta semana hemos escuchado principalmente a líderes de la iglesia en la zona occidentalque, con justa razón, condenan que las autoridades hayan dejado abandonadas las comunidades que quedaron bajo el fango, que están aisladas y su gente “pereciendo”.
Ciertamente: ¿Dónde están los gobernantes, los líderes de cada uno de los departamentos impactados por los meteoros que sacudieron nuestro territorio en las semanas precedentes?
Aparecieron tímidamente en los albergues y en las zonas de desastre con la sola finalidad de posar para las fotografías y de tomar protagonismo en las grabaciones de los medios y en las redes sociales.
Lo que se nos ha dicho desde las esferas del poder es que ya se dieron los primeros pasos para cuantificar los perjuicios de Iota y de Eta y que también se han establecido los ejes de la reconstrucción y de la transformación de Honduras.
En principio de cuentas, lo que necesitamos es que la presente crisis sea bien gestionada y que todos los sectores de Honduras -con el respaldo de la comunidad de cooperantes internacionales- sean convocados a un pacto por la reconstrucción del país sobre un proyecto de nación. Y esto será viable si se da paso a un nuevo acuerdo por el desarrollo económico y la equidad social de Honduras, sin populismo, sin demagogia ni politiquería, pero con una alta dosis de compromiso político y de auditoría social.
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