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La belleza en cada etapa

Vive esta etapa de tu vida, con gratitud, con alegría y con esperanza.


Octubre es un mes muy significativo en mi familia, pues dos de mis hijos, varios sobrinos y la abuela, cumplen años. Esa coincidencia en fechas, nos hace revisar las experiencias de cada uno, los años que han pasado en su vida y las expectativas de los años por venir.

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Mi hija llega esta semana a sus 15 años, la edad de los sueños; mi hijo en dos semanas más a sus 23, un hombre joven con la vida por delante. Y así cada uno de los cumpleañeros alcanza o avanza en una etapa de su vida y las celebraciones nos hacen recordar, ver fotografías, revivir anécdotas, sobre todo ahora, que no podemos reunirnos con libertad y nos toca saludar y recibir saludos a la distancia.

Viendo esas fotografías y recordando esas anécdotas es fácil darse cuenta que cada etapa ha tenido su belleza, sus retos, sus momentos tristes y sus éxitos y que la vida ha sido, y es buena.

De niños, la simple inocencia de la sonrisa infantil hacia que cada uno se viera hermoso. El saberse amado y protegido por los padres nos da una sensación de seguridad inmensa, aunque también puede sufrirse profundamente cuando se desea un juguete y no se tiene, cuando se es sometido a una disciplina que no se comprende, la fantasía y la imaginación de la infancia nos puede hacer vivir aventuras dignas de Cervantes o de Julio Verne.

En la adolescencia, la rebeldía natural aflora y se cuestiona todo, se experimenta la más extrema montaña rusa de emociones, se ama como si fuera para siempre, pero en la mayoría de los casos ese amor se prolongará por unas semanas o a lo sumo unos meses, se sufre con ardor ante casi cualquier decepción o muestra de desamor, se sueña con la fuerza de quien se siente invencible y casi inmortal, la felicidad consiste en el tiempo compartido con los amigos.

La vida adulta trae consigo la libertad, pero también la responsabilidad; se conoce entonces el amor maduro, que surge no de una emoción, sino de la decisión de compartir nuestra vida y caminar juntos a través de los diferentes parajes de la vida, haciéndonos compañía y ayuda el uno al otro, vienen los hijos y se experimenta un amor y una felicidad nunca antes conocidos, pero también esa libertad, ese amor y compañía para la vida y esos hijos, nos llevarán muchas veces a sentir orgullo y satisfacción, así como a preocuparnos, a sentir ansiedad, tristeza y hasta enojo y decepción de formas muy intensas.

Llegarán después los años grandes, el cabello comienza a pintar hilos de plata, y si somos bendecidos, los cumpleaños, las enfermedades y los días festivos se vivirán en compañía de hijos, sobrinos y luego nietos. La familia se hace grande y también como bendición, nos acompañarán algunos amigos que a lo largo de los años se fueron uniendo en nuestra ruta por la vida, hay una paz nueva, por el deber cumplido. Hay una aceptación de que es imposible vivir sin equivocarnos, pero está la certeza de que amamos y hemos puesto nuestro mejor esfuerzo. En estos años se aprende a decir adiós de formas diferentes, el adiós lleno de alegría y emoción al hijo que se va a estudiar o que se casa, pero también el adiós que es para siempre, al  ser querido que se adelanta en la partida a la eternidad.

Si te das cuenta, cada etapa tiene su belleza, en cada etapa experimentamos la vida en todos sus matices, con alegrías, con tristezas, con triunfos y fracasos, con pruebas que nos enseñan a ser humildes pero que también nos hacen fuertes. En cada etapa tenemos compañeros de viaje unidos por un lazo de sangre o de amor o incluso de empatía y son para nosotros los brazos extendidos con que Dios nos abraza; por ello no debemos cometer el error de estar siempre añorando o esperando un mejor momento.

Por eso debemos agradecer el pasado, aprendiendo sus lecciones; ver el futuro con esperanza y fe. Asegurarnos que ni el ayer, ni el mañana nos roben nuestro hoy, aprender a vivir y disfrutar el presente con su belleza, con sus altibajos, con sus retos. Vive la belleza del presente, date cuenta que aún cuando hay circunstancias que no controlas, tú decides la vida que vives, descubre y valora todos los motivos que tienes para sonreír, que puedes dar y recibir amor, que tienes la opción de perdonar, que pueden seguir luchando por lo que quieres, pues estas vivo. Que puedes volver a comenzar, que hay saludos de bienvenida y que también hay despedidas, pero tú sigues vivo y en eso hay un propósito divino que puedes encontrar y cumplir. Vive esta etapa de tu vida, con gratitud, con alegría y con esperanza.

¡Felicidades a cada cumpleañero!, y feliz cumpleaños hijos, les deseo la mejor de la vida. Que se cumpla el propósito de Dios para ustedes, cuando por un milagro de amor me permitió recibirlos en mi vientre y darlos a luz en octubre.

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