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La insidia y la desidia gobiernan la nueva forma de hacer periodismo


La primera vez que me enseñaron a hacer periodismo me di cuenta que no era tan fácil.

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Tener el olfato, buscar la información, consultar las fuentes, contrastar datos, comprobar hipótesis, interpretar el contenido para trasladarlo al receptor (hoy usuario para actualizarlo) y decirles lo que estaba pasando, no era una simple cuestión elemental.

Entonces descubrías de buenas a primeras si estabas hecho para el periodismo.

Porque el periodismo, aunque muchos se han reído de mí por esto, debe ser visto como un apostolado, sin embargo, a cambio de ello lo que tenemos es la insidia y la desidia, que han vuelto a esta profesión casi en una escuela de crimen, de desinformación, de especulación y de subjetividades.

Porque para ser periodista no basta con "lucir" bien. Porque para ser periodista no es suficiente poder hablar bien en público o "llevarse" bien con una cámara o un micrófono. Para ser periodista hay una serie de elementos que van desde tener aptitud, pasión, talento, pero sobretodo generosidad.

Además: tunota.com y ese barco del que ya no me puedo bajar

No se hace periodismo peleando muertos en las morgues, haciendo dantescos espectáculos persiguiendo personas con supuestas enfermedades. Escribiendo que una persona tiene males crónicos porque se toma una cerveza en público o haciendo de un perro un drama nacional.

Tampoco es hacer periodismo saltando en la grada de aficionados, ni bajando de ellas a las rotativas.

"Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas", dijo el polaco Ryszard Kapuscinski, quien es recordado en nuestro país por hacerle creer al mundo que la guerra entre Honduras y El Salvador en 1969 fue por fútbol.

En el punto inicial, el periodismo es para la gente que tenga la vocación de servir a las mayorías diciendo la verdad. Pues la verdad es lo único que puede hacer libres a los periodistas.

Sin embargo, estas y todas esas otras filosofías y sociologías que se han engendrando por el periodismo, se van viendo reducidas entre la insidia y desidia. Quiero definirlas.

La desidia es la "falta de ganas, de interés o de cuidado al hacer una cosa". La desidia está reduciendo al oficio de las fuentes consultadas, a la reportería (aunque ahora virtual) y los periodistas queremos hacer de cualquier rumor, publicación o trending en redes sociales, una nota de prensa para diversas plataformas, robándole el espacio que el periodismo merece.

También del autor: Los pequeños cambios que hacen la diferencia

Acá se pueden conjugar y debatir varios factores como que la audiencia recibe lo que quiere o que la audiencia no quiere leer o consumir noticias sino show y basura. Pero, por mis años de experiencia y por simple observación, la orientación de tu contenido es el resultado de tu audiencia.

Cierto es que, hay que hacer sonar la caja registradora, porque el periodismo también necesita fondos, para pagar nómina, recursos, papel, plataformas, espacios electrónicos… no nos podemos tampoco hacer soldados sin armas; pero fue en el inicio de la carrera de periodismo que nos tuvimos que dar cuenta de eso, que decidimos ser periodistas para servir, no para ser ricos.

El periodismo de la desidia sigue zanjando a jóvenes y experimentados. En buen catracho el "valeverguismo" puro en su máxima expresión se nota en los comunicadores que no quieren ir más allá del registro. Un registro que, por cierto, apenas consiguió uno que aún se esfuerza por hacer consultas, y los otros 99 copiamos y reproducimos en coro dando por verdad hechos no comprobados. La desidia que está gobernando este nuevo periodismo, quiere hacer de Google y otros buscadores, la fuente máxima de conocimiento y eso no es hacer periodismo.

Por su parte, la insidia es el "engaño oculto o disimulado para perjudicar a un tercero". De esto estamos colmados, sobretodo en medios digitales, aunque no se excluyen plataformas más tradicionalistas sin importar el nombre de la cabecera.

La insidia también nos obliga a omitir, a veces a callar y quizá a defender. Pero también se vuelve un periodismo curandero que puede herir o disimular. "Porque nunca el filo de un machete, cortará el perfil de una pluma", citó alguna vez Paulino Valladares, considerado el "Príncipe del periodismo" de Honduras.

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¡Aquí es donde se vale googlear!

Transformado a un plano más actual, esa desidia se califica como "noticias falsas" o las famosas fake news, que tienen varias connotaciones no solo por decir mentiras, sino por datos errados, titulares tendenciosos, especulaciones, "ventas de humo", dirían muchos entendidos en la materia. Ese periodismo de "defensa" o de contraataque y que al parecer es una enfermedad incurable.

Será tarea de los maestros de las escuelas de periodismo, quiénes también deberían tener vocación para enseñar y no para evitar la mora educativa, formar a las nuevas generaciones de periodistas, para que no solo sean capaces de ser parte de las nuevas tecnologías de la información, sino elementos tan básicos como escribir bien, tener responsabilidad periodística y hacerle entender a los más jóvenes que periodismo no es ser el más trending, rico, famoso o estar cerca de un equipo de fútbol.


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