La otra pandemia de la especulación y acaparamiento en Honduras
No se vale pues que aquí nos hagamos de la vista gorda como tampoco es ético ni aceptable que por las circunstancias y la coyuntura, un huevo termine costando el doble y hasta el triple
Si bien la especulación e incremento de precios en los productos de la canasta básica ha sido moneda de curso corriente en el país, en momentos de la peor crisis, el gobierno a través de las instancias creadas para defender los intereses del consumidor no puede cruzarse de brazos y echarse a dormir.
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El precio de los lácteos se disparó en cinco lempiras en la última semana mientras al 31 de octubre eran más de 500 las denuncias sobre aumento al precio de los alimentos esenciales que habían sido interpuestas.
Algo tiene que hacerse y hacerse ya en favor de un pueblo que además de haber estado confinado durante muchos meses, estresado por el miedo a contagiarse con el covid 19, tiene que estirar el exiguo presupuesto familiar, y además sortear las abrumadoras consecuencias económicas y también sociales que ha provocado la pandemia en Honduras.
No es justo que encima de todo eso se le cargue a la población con esta vorágine especulativa que sin duda acentuará el riesgo en el que ya está la precaria seguridad alimentaria de los hondureños, aunque algunos insistan que en la especulación y el acaparamiento sean temas recurrentes sobre todo en tiempos de crisis, en donde ciertos bienes y servicios tienden a escasear y aumentar de precio.
No se vale pues que aquí nos hagamos de la vista gorda como tampoco es ético ni aceptable que por las circunstancias y la coyuntura, un huevo termine costando el doble y hasta el triple de su precio normal con la justificación de que los insumos costaron que entraran al país, que las importaciones de materias primas por culpa de la pandemia se ralentizaron, o que los costos operativos y hasta impositivos también se dispararon.
Exigimos que el gobierno a través de la instancia que debe velar por los derechos del consumidor le ponga atención a esta vorágine especulativa.
En Honduras no puede tolerarse más que la oferta y demanda siga siendo territorio de nadie, una selva especulativa, en perjuicio de una población ya de por si amolada y martirizada por todo y por todos!.
Decimos que al tiempo que el gobierno no puede más seguir de brazos cruzados, tiene que recurrir en defensa de la gente, a los mecanismos que estabilicen precios y penalicen el acaparamiento y la especulación, sobre todo ahora, en un contexto de emergencia sanitaria, económica y social!. Se trata de garantizarle a los hondureños el acceso a los bienes y productos esenciales, a lo que llevan a la mesa y al estómago!.
Es el tiempo de ponerse del lado de la gente y asumir el compromiso con el país, que no es poca cosa!. Esta es la hora del consumidor y no del que especula, al amparo de la tolerancia y pasividad de la institucionalidad.
Mientras en otros países, aquí cercanos, la especulación y el agiotaje es penado hasta con 10 años de cárcel, aquí, “parte sin novedad. Nadie que le suba al precio de los productos de la canasta básica sin ninguna justificación sabe que enfrentará consecuencias!.
Honduras y los hondureños ya hemos enfrentado las horas más aciagas de la historia, los embates de la pandemia, la endémica y enclaustrada corrupción, las peores crisis políticas, el desempleo que ha dejado a miles de compatriotas damnificados sin el pan de cada día. De lo que se trata es de proteger a la persona humana, al que por ejemplo fue letalmente privado ayer de su derecho a ganarse precariamente la vida lavando carros en un sector de San Pedro Sula. De lo que se trata es de garantizarle su derecho a comer a precios accesibles y sin reajustes y aumentos excesivos.
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