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Lo peor está por llegar

Este contexto económico difícil podría generar incrementos en el descontento social y desconformidad política


La invasión rusa-ucraniana presiona cada vez más fuerte a las economías. El Fondo Monetario Internacional en su actualización macroeconómica de octubre 2022 espera que las proyecciones de crecimiento económico se desaceleren al pasar de 3.2% este año a 2.7% en 2023 mientras un tercio de las economías del mundo se contraigan este año y el próximo.

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América Latina y El Caribe también se desacelerará al reducir su tasa de crecimiento económico de 6.9% en 2021 a 3.6 y 3.9% en 2022 y 2023 respectivamente; mientras que los niveles de inflación no desciendan sino hasta finales de 2023 y 2024 afectando el poder adquisitivo de los hogares, incrementando los costos de las empresas, reduciendo la dinámica de consumo y contrayendo más rápidamente el dinamismo económico.

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De igual forma, el dólar a mostrado una tendencia a la apreciación respecto a todas las monedas del mundo ejerciendo presiones adicionales sobre los precios de los bienes y servicios, los costos de vida y los costos de producción incrementando el precio de los alimentos, la energía, los combustibles y el costo de financiamiento para los gobiernos y empresas.

En Honduras, estos efectos no se han hecho esperar, la actividad económica del país muestra una aceleración negativa medida a través del IMAE durante los nueve meses del 2022 y el consumo privado en términos reales se está desacelerando producto de los niveles inflacionarios que han orillado a realizar cambios en los patrones de consumo; al tiempo que las proyecciones de crecimiento económico de organismos internacionales e instituciones empresariales indican que el país crecerá entre 3.1 y 3.4% para finales de 2022, mientras que las prioridades de gasto del nuevo gobierno exigirán la utilización de más fondos públicos lo que podría provocar un deterioro en la posición fiscal del país en el corto plazo.

Este contexto económico difícil podría generar incrementos en el descontento social y desconformidad política entre los hondureños generando un ambiente de instabilidad cada vez más creciente, reduciendo el margen de intervención de las autoridades nacionales; sin embargo, la partida aún no está pérdida.

Las autoridades económicas pueden enfocar su esfuerzo por mantener una política monetaria, financiera y fiscal que proteja de los efectos negativos de una potencial recesión económica a la población, en especial aquella en condiciones de vulnerabilidad, y las empresas; que contribuya a crear el espacio fiscal necesario para generar inversiones que incrementen la capacidad productiva, generen competitividad, mejoren el capital humano y atraigan inversiones al país.

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