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¿Sacrificio fiscal o sacrificio ficticio?

Debemos iniciar por analizar la palabra “impuesto”, que como la misma palabra lo indica, es una imposición en contra de la voluntad de los ciudadanos de una nación. A nadie se le consulta si quiere o puede pagar impuestos, simplemente se lo imponen y se vuelve una obligación.


¿Cómo logran esto los gobiernos? Pues a través del uso de la fuerza del cual el Estado tiene el monopolio, ya que el no pagar impuestos puede incluso implicar ir a la cárcel en muchos países.

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¿Es entonces, realmente un sacrificio fiscal entonces cuando primero crean un impuesto y lo imponen a través de la fuerza y luego lo exoneran? Nuestros gobernantes realizan esto de forma desinteresada, por el bien común, o es, en realidad, una cifra estimada de manera ficticia para presentar al Gobierno como un actor que aporta a la actividad productiva de los seres humanos.

Para que un impuesto pueda existir debe primero haber una actividad productiva, o una transacción económica voluntaria entre dos personas. Es decir, cuando uno va a un restaurante y consume un plato de comida, paga el Impuesto Sobre la Venta, pero para que se pueda cobrar este impuesto, primero debe existir la “venta” o transacción.

Cuando un padre y/o madre deciden sacrificar su consumo hoy, para ahorrar y dejarle una herencia a sus hijos, ya sea a través de una casita, ganado, o dinero, primero debió existir una actividad económica que realizaron antes de generar dicho ahorro.

Utilizo estos impuestos a modo de ejemplo para exponer la realidad universal, que, sin la actividad económica, no puede existir un impuesto.

¿Pero por qué es relevante lo anterior si es casi de sentido común que todos entendemos los impuestos?

Es necesario ya que para que exista una exoneración, primero debe existir un impuesto, y antes del impuesto, una actividad económica, y no viceversa.

Es decir, una exoneración o un impuesto no crean o generan la iniciativa económica de mercado. En otras palabras, el Estado decide imponer un Impuesto Sobre la Venta del 30%, pero al día siguiente decide “dar un descuento” y reducirlo al 15%, pasa a ser entonces una “exoneración” del 15%.

A los políticos les genera placer y casi una adicción etiquetar esto como un “sacrificio fiscal”, es decir, el Estado primero le impone a usted, sin consultarle si quiere o puede pagar, un porcentaje X de impuestos, luego se lo reduce o elimina, y usted debe agradecerle al Estado dicho “sacrificio”.

Ahora bien, porque el titulo lleva la palabra “ficticio”, precisamente porque el impuesto de forma posterior a la actividad económica que se da de forma natural entre seres humanos.

A fin de ser más claro y conciso, vamos a usar de ejemplo los combustibles. El Estado decide imponer un Impuesto Sobre la Venta de 50 lempiras por galón, y asumimos que el costo natural del galón es 50 lempiras, y se consumen 1,000 galones diarios, la población deberá pagar 100 lempiras en bomba, con un total de la factura de 100,000 lempiras, de los cuales, 50,000 son recaudación de impuestos.

Luego, ante una crisis internacional de escalada en precios, el Gobierno decide dar “un descuento” de 25 lempiras, por lo que el galón baja de 100 a 75 lempiras el galón, y asumimos que el consumo se mantiene constante en 1,000 galones, el estado percibirá únicamente 25 lempiras por galón, es decir 25,000 lempiras diarios.

Los otros 25,000 lempiras se definen de ahora en adelante como un “sacrificio fiscal”. Lo que nos debe dar claridad que si el Estado, de manera discrecional y arbitraria, como casi siempre lo hace, decide que el impuesto sea 100 lempiras el galón, pero solo cobra 25, su “sacrificio” será de 75 lempiras por galón. Este valor puede ser ajustado al gusto del gobernante de turno, pero reflexionemos entonces, ¿es un “sacrificio fiscal” o un “sacrificio ficticio”?

A fin de no extender más este artículo, dejare las siguientes reflexiones que debemos hacernos: ¿Cuándo y quien será el juez a cargo de verificar que cada impuesto que pagamos sea usado para el fin para el cual se creó?

Pagamos innumerables impuestos con diferentes nombres, ninguno de ellos tiene por objetivo el pago de salarios de funcionarios públicos y sus viajes, sus camionetas blindadas, sin embargo, finalmente más de la mitad del Presupuesto General de la Republica es para dichos gastos, o como a los políticos les encanta llamarle, “gasto corriente”.

¿Revisaran también las exoneraciones del pago de impuestos a los partidos políticos aprobada en 2021?¿Debemos también nosotros pagar a través de nuestros impuestos las ineficiencias de las empresas estatales?

En el caso de la ENEE ha perdido casi US$3,500 millones en las últimas dos décadas, debido a que de la energía que produce, es consumida por alguien, pero no es pagada. Por lo que cada año “el gobierno” debe rescatar a la estatal con nuestros impuestos.

Ahora entiendo mejor el dicho “lo que es de todos es de nadie”, es decir que las empresas “publicas” son “de todos” cuando toca pagar la cuenta de las ineficiencias de los políticos, pero “de nadie” cuando se debe asumir la responsabilidad de sus malas administraciones.

Los políticos siempre nos tendrán en la eterna lucha del pobre contra el rico, del partido azul contra el partido rojo, de la izquierda contra la derecha, pero la realidad es que la lucha es entre el que produce por sus propios medios, y del político que quiere vivir del fruto de nuestro trabajo.


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