Hoy quiero escribir un mensaje dirigido a padres, tíos, abuelos, maestros, tutores y sobre todo para adultos jóvenes y adolescentes.

Sé que mucho se habla del particular carácter de los millennials y los centennials, estos dos grupos abarcan a todos los nacidos a partir de 1981.  

Siempre se están resaltando las características y los paradigmas que comparten y que son la base de sus conductas y estilos de vida; y no pretendo hacer un perfil de estas generaciones de jóvenes, tema del cuál seguramente escribiré en otra oportunidad.

Hoy solamente quiero enfocarme en un mensaje, un mensaje que los adultos de las generaciones anteriores debemos comunicar y que estos jóvenes deben aprender con urgencia, ¡SÍ, CON URGENCIA!

Me refiero a, “La ley universal de la siembra y la cosecha”, o lo que yo llamaría, “la ley de la consecuencia”.

Y cuando digo que es una ley universal, me refiero a que se cumple en todo ámbito, tiempo y espacio, ineludiblemente.

Cada acción y decisión en la vida de una persona, tendrá consecuencias; incluso la decisión de no hacer o decir nada.

Esta sencilla verdad, parece ser ignorada por la gran mayoría de jóvenes de las últimas dos generaciones, debido a que sus padres, tutores e incluso los sistemas educativos y las ideologías sociales de moda, les hemos creado la fantasiosa idea, de que no importa lo que hagan, digan o dejen de hacer, todo estará bien.

Los hemos amurallado con nuestra protección y consentimiento, resolviendo sus problemas, excusándolos cuándo fallan, poniendo a su disposición una y otra y otra oportunidad, sin importar el costo de las mismas, disfrazándoles el dolor, con la complacencia infinita de sus deseos, o re-etiquetando los errores y defectos, con nombres nuevos que hasta parecen atractivos.

Así hemos pasado a llamar la malcriadez, como “firmeza de carácter”.  A la pereza, le llamamos “cansancio”, y ahora a lo vulgar se le llama, “popular”, solo para mencionar algunos ejemplos.

Así las cosas, nos encontramos con jóvenes y niños convencidos de todos sus derechos, y dispuestos a exigirlos, sin asociarlos nunca con deberes y mucho menos con consecuencias y responsabilidad.

Sin embargo, a pesar de lo que ellos crean o entiendan, a pesar de nuestra intensión de justificarlos, excusarlos y protegerlos, la ley de la siembra y la cosecha siempre se cumplirá, pues como ya dije, es universal, así que, tarde o temprano ellos experimentarán las consecuencias de sus acciones y decisiones.

Lo diré de nuevo, porque me interesa mucho que el mensaje llegue claro y fuerte.

Cada acción y decisión en la vida de una persona, tendrá consecuencias; incluso la decisión de no hacer o decir nada.

Esta es la base que sustenta la tan deseada proactividad.  Decide lo que vas a hacer o decir, pensando en la consecuencia o el resultado que quieres experimentar más adelante y por el cuál estas dispuesto a responsabilizarte.

Es urgente que jóvenes y niños aprendan esto; ¡construyes tu futuro, con las acciones y decisiones que tomas hoy!, aun cuando nadie más sepa lo que hiciste, aun cuando tus intensiones parezcan buenas, aun cuando les llames con nombres atractivos, los resultados y consecuencias se presentarán tarde o temprano y serán tan buenas o malas, como lo son hoy tus acciones, y aunque quieras responsabilizar a otros, tu experimentaras esas consecuencias.

Así, los jóvenes y niños deben aprender que hay consecuencias naturales y directas en todo, y que éstas son más importantes que las consecuencias sociales, que a veces suelen maquillarse, por ejemplo:

• Si comes sin medida y orden, en algún momento tendrás problemas de salud.
• Si no te esfuerzas en tus estudios, carecerás de conocimientos y competencias, aun cuándo tengas un título.
• Si abusas de bebidas alcohólicas y drogas, te enfermarás y tienes el riesgo de cometer terribles errores que tendrán consecuencias en tu vida, y seguramente, en la de muchos más.
• Si descuidas tu trabajo, deporte, u oficio y no lo realizas con excelencia y esmero, tendrás un desempeño mediocre y no experimentarás la verdadera satisfacción y realización.
• Si muestras una conducta sexual libertina y desordenada, afectarás tu salud física, emocional y espiritual, y seguramente sufrirás y causarás sufrimiento a otros.
• Si das respeto y consideración a otros, experimentarás paz mental y emocional
• Si cumples tus compromisos y promesas, recibirás confianza, y si por el contrario mientes con alguna frecuencia, carecerás de credibilidad.
• Si cometes un delito, te conviertes en delincuente (aún cuando no seas juzgado o condenado).
• Si aceptas pagos amañados, salarios sin trabajo, o tuerces la norma, para lograr un beneficio, te conviertes en corrupto, aunque muchos no lo sepan y aunque muchos hagan lo mismo.
• Si estudias, aprenderás.
• Si practicas, desarrollarás destrezas.

 Si los jóvenes y niños conocen esta verdad y entienden que se cumplirá sin excepción, comenzarán a pensar, decidir y actuar mejor, y dejarán de culpar a otros por lo que pasa, se darán cuenta de que el problema no es su jefe, la empresa o la escuela, o las circunstancias y que los resultados que experimentan tienen su origen en una acción, decisión o palabra del pasado.

Esta verdad, puede cambiar radicalmente tu presente, llevándote a actuar y decidir mejor cada día, lo que marcará un futuro de buena cosecha.

Recuerda, eso que vas a hacer, eso que vas a decir, tiene consecuencias y estás son tu responsabilidad.