Falta una semana para la noche de Navidad, que todo mundo espera porque es la noche mágica del año, se trata del advenimiento del Niño Jesús, de una cena muy especial, de los brindis, de los estrenos, de los juguetes y las golosinas para los niños, es, en fin, una comunión familiar.
Al menos eso es, lo que se espera. Eso es lo que se anhela.
Lamentablemente esta noche maravillosa en cualquier momento se puede truncar en una desgracia, por la irresponsable manipulación de la pólvora, en la que desafortunadamente son los niños las principales víctimas, que en el menor de los casos pueden sufrir lesiones y quemaduras leves, pero en otros quedan mutilados y discapacitados porque pierden una de sus manos, dedos, brazos, ojos.
Todos los años en la víspera de la Navidad las autoridades edilicias advierten sanciones para los padres de familia que facilitan o permiten el uso de pólvora a sus hijos, pero esto, casi nunca se cumple y las tragedias siguen una tras otra.
Ya usted sabe que el propio 24 o 31 de diciembre, en cualquier ciudad, uno de sorprende porque dice: “dónde está la prohibición de la pólvora”, queda absolutamente en es, en pólvora.
A una semana de la navidad ya se registran varios niños lesionados por pólvora. han sido ingresados cinco al hospital de niños quemados, en la capital, el último es el joven Wilson Berríos, a quien una bomba de pólvora denominada cebolla le desfiguró totalmente su rostro el pasado 11 de diciembre en Choluteca.
Fue trasladado al Hospital Escuela, en la capital, donde los médicos informaron que perdió un ojo y su nariz, además de varios huesos rotos. en las últimas horas fue remitido al hospital de niños quemados, donde está siendo sometidos a varias operaciones.
Al hospital escuela han ingresado otros niños quemados por pólvora, donde algunos luego de ser asistidos son dados de alta porque las quemaduras no requieren su internamiento
Un caso delicado se registra también en el hospital Mario Catarino Rivas, en San Pedro Sula.
Y la venta de pólvora no se detiene, así que es de esperarse que las estadísticas de años pasados se repitan o aumenten, dios quiera que no.
¿Cuándo pararán estás tragedias? No lo sabemos, eso depende de que la prudencia venza a la irresponsabilidad de los padres, los vendedores de pólvora y las autoridades.