Los números negros de la estatal eléctrica no hacen más que profundizar el hoyo de las finanzas públicas. El déficit acumulado sobrepasó ya los 57 mil millones de lempiras mientras cada año que pasa la institución pierde entre ocho y diez mil millones de lempiras.

Las cuentas por pagar a proveedores superan los 15 mil millones, y morosa con mundo y Raimundo, la estatal arrastra deudas superiores a los 75 mil millones de lempiras.

El robo de energía de la que es víctima es incuantificable al tiempo que los abonados tienen que cargar a punta de revisiones tarifarias cíclicas y apagones disfrazados, las consecuencias de los cortocircuitos administrativos y operativos que sumieron a la empresa en una crisis energética profunda.

El rescate financiero y técnico no se ve por ningún lado mientras el gobierno central no parece interesado en darle “vuelta de calcetín” a la gestión, generación, distribución y suministro del servicio.

Las medidas hasta ahora tomadas no son más que pan para hoy y hambre para mañana y solo nombrando interventores y administradores temporales e improvisados,  nada más tapan baches mientras acrecientan la crisis en la que está sumida la estatal.

El tal acuerdo para la reforma del sector eléctrico se lo siguen pasando por allá y una evidencia de que se lo pasan por allá es la suscripción de los controversiales contratos energéticos que un par de semanas atrás el Congreso aprobó a solicitud del mismo Poder Ejecutivo.

La aprobación y ampliación de los cuatro contratos a las empresas rentas Américas y comercial Laeisz violaron -según la misma comisión reguladora de energía- la Ley general de la industria porque las reformas a los mismos superaron lo planteado en la licitación.

Los contratos aprobados incluyeron cambios en condiciones distintas a las requeridas en las bases de la licitación, tanto en los plazos de cumplimiento como en la conexión en la red, además del uso de combustible, pero aún así, fueron finalmente adjudicados.

La comisión reguladora insistió en que la ENEE pudo obtener mejores propuestas empezando por el factor precio, pero, ¿y quién se acuerda ya de eso que se aprobó en el Congreso? 

La historia de nunca acabar que tiene a la estatal eléctrica al borde de la quiebra. La vieja historia de los contratos de energía renovable que terminaron resultando un chasco para el Estado de Honduras, porque además de violentar las estrategias expansión de la Enee, nos salieron más caros que los suscritos con los generadores térmicos.

Con la compra de energía renovable, la ENEE tuvo que cargar con el encarecimiento de los costos del despacho de energía. la medicina salió más cara que la misma enfermedad.

¿Y el plan de rescate? A la luz de la evidencia, si  nada o muy poco se hizo antes, nada y más se va ahora a hacer.

En tanto los abonados y consumidores seguimos siendo electrocutados por las revisiones tarifarias, el pobre servicio y la pandemia de los malos y nefastos administradores públicos,  la otrora rentable empresa nacional de energía eléctrica ya sólo espera que se le eche la última palada.

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