Podría tratarse de la última carta para rescatar la estatal eléctrica, pero lo que quieren hacer con la ENEE no termina de convencer a nadie porque en principio de cuentas no está suficientemente claro. terminará siendo, como decimos los hondureños, más hojas que tamal.

El plan cuya hoja de ruta a duras penas hemos logrado conocer no nos dice con claridad cómo es que se puede recuperar el sector eléctrico y sólo a la luz de la desengavetada ley general de la industria eléctrica, que desde hace siete años atrás dormía el sueño de los justos, es que hemos oído hablar de la reestructuración y modernización de la estatal eléctrica.

Y aunque tal vez se trate de la última oportunidad para salvar a la moribunda empresa pública, los hondureños no podemos lanzar las campanas al viento creyendo que este plan es o será la tabla de salvación de un sector que ha sumido a honduras en un oscurantismo agravado por el pésimo servicio, las pérdidas técnicas y una tarifa asfixiante para el bolsillo del abonado.

No podemos creer entonces que este plan, que tampoco sabemos con quien o quienes ha sido socializado, vaya a ser esa tabla de salvación de la que los tecnócratas hablan como la luz al final del túnel. es que ya nos dijeron eso antes y miren ustedes cómo está la ENEE y el subsector eléctrico hondureño: con un saldo de dos mil 200 millones de dólares en pérdidas eléctricas y con una deuda financiera que sobrepasa los dos mil 390 millones de dólares.

¿Cómo podemos entonces creer los hondureños en lo que se ha hecho y en lo que dicen van a hacer para salvar de la quiebra total el sector?

De ahí las dudas que prácticamente todos los sectores y gremios tienen alrededor de este supuesto plan de rescate de la ENEE.

Tanto el Cohep como el colegio de economistas han exteriorizado con suma cautela sus dudas razonable, mientras el ex coordinador del gabinete energético del gobierno de Ricardo Maduro, don Luis Cosenza, dijo a esta casa de radio que si bien el plan es necesario, no será suficiente.

Ven entonces porque desconfiamos o dudamos de ese plan de rescate. ¿Por qué es que decimos que el sector eléctrico va a seguir igual o tal vez peor de cómo está? Atado a las fracasadas y burocráticas políticas administrativas que sumieron a la ENEE en su crisis más profunda.

Las dudas razonables que prácticamente todos tenemos son fundamentadas. Es que nada ni nadie garantiza que la reestructurada matriz podrá -por ejemplo- implementar un modelo de mercado abierto que expandiría la inversión, la generación y la transmisión, tal como lo han hecho los países que aquí en la región y en el mundo se volvieron exitosos  en la administración del sector eléctrico.

Un reciente análisis del Cohep alimentaba las dudas sobre si la reestructurada matriz y sus empresas subsidiarias podrán competir con el sector privado para que los abonados tengan por fin una tarifa que alivie la pesada carga que ahora resienten sus bolsillos. El tal plan, en efecto, no garantiza que eso vaya a ocurrir.

Tampoco escuchamos hablar de voluntad política, o de una determinación que  le asegure a la gente transparencia y sobre todo, que al fin alguien esté pensando en el país y en la gente.

Creemos entonces que estamos ante los mismos planes de siempre, los que sólo fueron “pan para hoy y hambre para mañana”. y miren, ya no tenemos tiempo ni ganas de que aquí solo estemos tapando baches  como ocurrió pues con la estatal eléctrica, mientras como sociedad dejamos  hacer y dejamos pasar a las autoridades de turno.

Y mientras los abonados y consumidores siguen siendo flagelados por las altas tarifas y el pobre servicio, los hondureños seguimos condenados a no poder ver la luz al final del túnel.

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