Para No perder la costumbre en nuestro país, donde vamos de "escándalo en escándalo", el tema de las Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo (ZEDE), parece haber sido relegado a un segundo plano de importancia.

La intensidad de las discusiones alrededor de las Ciudades-Estado que ya comenzaron a ser implantadas en nuestro territorio ha menguado y, en su lugar, estamos envueltos en la polvareda levantada por dos cuestiones muy peculiares: Las acusaciones de que el Poder Ejecutivo quiere manejar a su antojo el presupuesto del Consejo Nacional Electoral para los comicios generales y el nuevo esquema de administración y operación fragmentada de la ENEE.

No cabe duda que, a los funcionarios de la más alta categoría de los Poderes del Estado les conviene que el tema de las ZEDES No sea abordado como una prioridad nacional.

Conviene a los grupos de poder que todo lo relacionado con el otorgamiento en parcelas de nuestra patria, quede en el olvido o que sea reducido a un punto intrascendente de la agenda nacional.

Esto es lo que debemos evitar los hondureños que privilegiamos el imperio de la Constitución, que nos oponemos a ser convertidos en ciudadanos de segunda categoría y que nos resistimos a que los apátridas tengan éxito en su propósito de obtener ganancias espurias a cambio de pisotear y comercializar nuestra autonomía.

Con toda premeditación, en el Congreso Nacional No se ha dado vía expedita a las iniciativas ciudadanas que han sido presentadas por sectores políticos, organismos de la sociedad civil e instituciones anticorrupción que demandan que se dejen sin efecto las ZEDES.

Te podría interesar: En solo un año, pasivos de la ENEE pasaron de 70 mil a 80 mil millones de lempiras

En el Poder Judicial también se ha colocado un cerrojo a los recursos de inconstitucionalidad interpuestos contra la estructura que convierte nuestro país en un "Estado dentro de otro Estado", en una "colonia" o en una serie de  "circuitos cerrados".

Quienes se encuentran al frente de los destinos de Honduras han definido los regímenes especiales como "un esquema que permite darle base al Plan de Nación e insertar el país en los mercados mundiales bajo reglas altamente competitivas y estables".

La pretensión es hacernos creer que vamos a ingresar en un proceso de desarrollo "mediante la adopción de tecnologías orientadas a producir con alto valor agregado, en un ambiente transparente y capaz de atraer las inversiones nacionales y extranjeras que se requieren para crecer rápidamente, crear los empleos que se necesitan para reducir las desigualdades sociales y dotar a la población de los servicios de educación, salud, seguridad pública, infraestructura y mejores condiciones de vida".

¡Es una ilusión! En el fondo, las ZEDE son un sistema de administración económica, beneficios fiscales, estatus social diferenciado, principios jurídicos invertidos y concesión de nuestra soberanía.

Es un imperativo que mantengamos abierto el debate acerca de esta aberración que debe ser revertida mediante la derogación de la Ley de las Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo. A falta de una decisión legítima de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, le corresponde a la Fiscalía proceder contra los que se han impuesto como misión cercenar nuestro territorio y autodeterminación.

Y nos asiste a los hondureños conscientes y honestos luchar por la integridad de la patria y defender los principios de igualdad, libertad y fraternidad que sostienen nuestro Estado de Derecho y nuestra República.

Vea: Expresidente Pepe Lobo advierte que con las ZEDE 'lo que se hace mal, termina mal'