Al inicio de la pandemia por covid, escribía en estas plantillas y servidores de tunota.com, que los funcionarios, políticos y periodistas teníamos la oportunidad de reivindicarnos con la población, usuarios y audiencia, jugando de su lado. Es decir, pensando en servirles a ellos.

Pero no. No lo hicimos. Al contrario, fueron los personajes menos pensados quiénes más lo hicieron.

Soy muy crítico de mi profesión y su desarrollo en Honduras. Mucho de nuestro periodismo se volvió servil hace varios años, algunos se molestan cuando lo expongo, otros simplemente lo obvian por temer a ser señalados. He sido así desde que comencé a estudiar periodismo y cuando cursé la clase de «periodismo de opinión», el maestro Ramiro Sierra me sacaba de la clase por ello.

El buen catedrático, me hacía ver que no siempre iba a poder escribir lo que yo quisiera y simulaba ser el director de un medio y me sacaba de la clase tal cual dueño de una empresa pudiera hacerlo en cualquier momento. Valiosas lecciones aquellas.

Sierra me decía, que, porque en aquel momento yo ya era reportero de deportes, me permitiría escribir columnas y editoriales en esa orientación, pero me resistía a tal punto tanto que una vez, en 2004, escribí un artículo académico en el que me atrevía a decir que Honduras se encaminaba a ser un narcoestado.

Las cóleras y rabietas del docente fueron absolutas aquel día en el que no solo terminé fuera de la clase, sino que además tuve que esperar un discurso en su estrado académico por más de 40 minutos, que me hizo perder la siguiente clase. Pero Sierra, me dejó una de las mayores lecciones para hacer periodismo; que, aunque hay cosas que no podamos decir por diferentes razones, no significa que no pueda dejar de pensar y expresarlo por mi cuenta, pero con argumentos en mano.

"Los argumentos hablan en periodismo", dijo.

Siendo así, el periodismo nuestro en su conjunto, se atrevió a denunciar -con éxito absoluto- la corrupción de las compras del gobierno, pero muy pocos se adentraron a hacer acciones directamente por la comunidad. En tunota.com levantamos la bandera en beneficio de los emprendedores con el programa #Yocompro donde hemos servido a la comunidad en aras de la reactivación económica.

De eso se trata la nueva forma de hacer periodismo. De servir.

Sin embargo, esto no solo aplica para periodistas, sino principalmente para funcionarios y políticos, quiénes más bien se han aprovechado de la pandemia para llevar más agua a sus estanques condenando económicamente a un país a punto de la quiebra y el colapso.

Por ejemplo. ¿Dónde están los funcionarios que han renunciado a sus salarios o un porcentaje de estos para ayudar a las comunidades? ¿Dónde está la clara rendición de cuentas y los castigos ejemplares para aquellos que se han aprovechado de los recursos de la pandemia? ¿Dónde hay un político en este momento que presente un plan de reactivación de empleos para todos los que los perdieron?

¿Dónde están esos "comprometidos" personajes de la política que "buscan el bien de Honduras", planteando rutas alternativas para no llegar en 15 años al desastre financiero que se nos avecina producto de esta mala gestión de la crisis?

Poner dos o tres líneas en una landing page para decir que “hemos gastado tantos ‘pesos’ en compra de insumos y medicamentos”, no es rendir transparencia. Y se los escribo con toda sinceridad después de un último trago de café que acabo de pasar y que a duras penas pude colar en un viejo “pascón” tan curtido como la piel del jornalero.

¡Ojalá tuviera una cafetera de $200 dólares como las que se compró el gobierno para la pandemia!

No hemos visto hasta ahora a ningún funcionario ser solidario y llenar sus convoyes para ir a entregar alimentos, medicinas y recursos para que los más pobres dejen de salir a la calle en busca de simples tortillas para la familia poniendo en riesgo su vida ante inminentes contagios que alarman más allá de las cuestionables cifras que día a día se entregan en comunicados de radio y televisión por parte de las autoridades.

No vemos siquiera intenciones de verdaderos planes de alivios fiscales para el brazo económico de este país; los emprendedores, que según cifras del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), podrían dejar hasta medio millón de personas sin empleos.

No han hecho nada. Desperdiciaron una oportunidad única de ser íconos del pueblo y en cambio se dedicaron a hacer campaña política -sin convocatoria electoral- y muchos, me atrevo, hasta se aprovecharon para decir que se habían contagiado con la enfermedad que produce este coronavirus.

En cambio, de ellos, fueron los personajes menos pensados quienes actuaron. Por ejemplo.

Un jugador de fútbol, como Brayan Beckeles (Nashville FC), actuó en silenció y dedicó buena parte de sus recursos a comprar comida y entregarla de manera silenciosa, entre los más de 300 jugadores de primera y segunda división que quedaron desprotegidos en la pandemia.

Claro, a Beckeles tampoco le interesa salir en campañas y selfies diciendo lo que hace por los demás, pero este es el claro ejemplo del servicio a la comunidad.

No es la primera vez que lo hace. De hecho, para los que no sabían, Beckeles cuando jugó para el Necaxa en México, se dedicó mucho tiempo a asistir a compatriotas hondureños que intentaban llegar a la frontera con Estados Unidos por Aguascalientes.

Beckeles invitando platos de comida a homndureños que buscaban llegar a Estados Unidos cuando él jugaba para el Necaxa en México.

Otro ejemplo. En una colonia de Comayagüela, don Gerónimo (usaremos esté nombre porque se negó a ganar exposición), se ha dedicado durante toda la pandemia a rociar con agua y cloro los zapatos de todos sus vecinos que entran y salen a diario de su barrio, además de las llantas de los carros. La comunidad alegremente le entrega "dos o tres pesos" a don Gerónimo quien compra el cloro y el resto lo usa para surtirse de maíz, arroz y frijoles y una vez que termina de hacer la guardia, se va a las casas de los vecinos más necesitados para entregarles algo que comer. Héroes sin capa.

Y en un último caso. El personal sanitario ha denunciado en algunos casos hasta cien días sin cobrar salarios. ¿Pero cuántos días dejaron de ir a trabajar pese a la falta de pago? Ninguno, pues pese a todo, tienen un compromiso con el pueblo.

Entonces, ¿qué le impide a un funcionario, político o servidor público, ayudar al pueblo con el dinero del pueblo? Los recursos covid aprobados en Honduras por reestructuración de presupuesto y compras de deudas son casi de 100 mil millones de lempiras. ¿Cuánto de esto le tocó al pueblo hambriento? ¿Cuánto de esto le tocó al pueblo enfermo?

La oportunidad de ser mejores sigue allí, aunque gran parte de ella ya fue desaprovechada por parte de quienes desde las sillas de las tomas de decisiones del país. Pero también es para más periodistas que se quieran comprometer con la verdad, religiosos que quieran seguir los pasos de sus deidades y profesar con acciones y no con solo con palabras, así como miembros de la sociedad civil organizada y todo aquel funcionario que hoy tiene empleo gracias a los recursos de la población.

No valen las excusas de los funcionarios, "que no hay qué pagar, que los salarios se están pagando con deudas", todo eso queda nulo, porque si después de todo sí hubo para pagar de “buena fe” $47.7 millones por unos hospitales perecederos, por qué no tener buena fe para servir a la población.