Está atizada la confrontación en el seno de la Cámara Legislativa a resultas del esquema de sesiones virtuales que el sector oficialista se ha empecinado en mantener para discutir y debatir temas de interés nacional.

A la sombra de las discusiones remotas han sido aprobadas numerosas iniciativas de relevancia para la vida del país como son la partida de recursos para atender la emergencia sanitaria y el Presupuesto de la República.

También figuran en dicha agenda, la colocación de bonos soberanos para financiar los compromisos de la ENEE, la nueva Ley Electoral, la asignación extendida de fondos para los comicios de noviembre y la nefasta normativa de las ZEDE.

Aprovechándose del mecanismo de discusión en línea, fue tratada "a matacaballo", hace sólo unos días, la concesión por 25 años de una terminal marítima en Omoa, Cortés, Y están en cartera otros proyectos controversiales como el decreto por el cual la ENEE es separada en tres ramas: generación, transmisión y operación.

Hemos enlistado nada más algunas de las iniciativas que se han convertido en leyes y otras que están en proceso de ser insertadas en la normativa nacional.

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El asunto de fondo es que el manejo de la agenda legislativa, la introducción de las iniciativas, así como la discusión y el debate de proyectos nos deja enormes sospechas de que son procesos manipulados, No consensuados y que están desprovistos de toda transparencia.

A los hondureños nos queda la sospecha de que, aprovechándose de que las sesiones son desarrolladas en la distancia, los diputados -que no todos- han jugado a favor de intereses retorcidos y dejado pasar, de manera atropellada y con mucha prisa, leyes que requieren un estudio reflexivo, minucioso y ampliamente socializado de su contenido y espíritu.

Ha sido una práctica consuetudinaria que las iniciativas sobre temas muy sensibles y trascendentales sean sometidas a debates condicionados, acomodados y, finalmente, aprobadas al tenor de propósitos oscuros de grupos políticos y económicos.

En la presente pandemia, este "desnaturalizado ejercicio legislativo" ha tomado más fuerza. Las sesiones "en línea" se han prestado, la mayoría de las veces, para la aprobación de "adefesios y aberraciones legales".

Las autoridades del Poder Legislativo han anunciado que el trabajo presencial de los 128 diputados se reanudará en septiembre, una vez que estén definidos estrictos protocolos de bioseguridad, aunque -a todas luces- la ausencia de los llamados "padres de la patria" ha sido más una excusa y no una razón legítima.

No es cierto que a los legisladores les haya importado mucho el cumplimiento de las medidas de protección frente a la virulenta diseminación del nuevo virus. Hemos observado cómo, en abierta campaña política, se han desplazado por todo el país a la caza de los votos de los ciudadanos. Han gozado de un período extendido de vacaciones por el cual ni siquiera deberían de recibir los salarios y otras prebendas que pagamos todos los hondureños.

Anhelamos que la actividad legislativa en nuestro país sea adecentada y que responda a la atribución expresa de crear, decretar, interpretar, reformar y derogar las leyes en función de los intereses colectivos del pueblo hondureño y del fortalecimiento de nuestro Estado de Derecho.

Ello depende de que los hondureños votemos conscientemente por los candidatos a integrar el próximo Poder Legislativo que reúnan los mejores créditos de capacidad, honestidad y compromiso con el pueblo. 

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