Tal y como nos habían advertido los médicos especialistas, enero discurre como un tiempo bastante difícil por la presencia de nuevas cepas del covid y la atrofia del sistema sanitario público.

A dos años desde que la pandemia de covid-19 hizo su presencia en el país, hay lecciones que las autoridades del ramo no han tomado y disposiciones que han adoptado a la deriva.

Pese a que desde finales de 2021 se avizoraba una ola de covid-19 más insidiosa, los funcionarios de mando primario no hicieron las previsiones del caso, optaron por cerrar los centros de triaje y dejaron en el aire al personal de salud por contrato con el que se habían comprometido a otorgarles plazas permanentes.

No es sino ahora que la Secretaria de Salud ha solicitado a los directores de los hospitales un plan de emergencia para contener la avalancha de casos positivos.

Los servidores públicos que administran la emergencia sanitaria han tomado medidas con demora y ahora pretenden poner en marcha acciones "a la carrera", cuando Honduras tiene encima un maremoto por el crecimiento en la cantidad de contagios de covid que se han mezclado con otras patologías.

Los burócratas que han manejado "a tientas y a ciegas" la urgencia sanitaria, también han tambaleado en cuanto a los criterios de inmunización para los diferentes segmentos de la población, así como los intervalos de aplicación de la vacuna de refuerzo contra el covid.

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Tampoco se ha determinado si los menores de 12 a 18 años serán cubiertos con el suministro de las dosis adicionales, una recomendación que habían presentado muchas semanas atrás los investigadores y científicos nacionales.

Sin plan de contingencia

La nueva embestida de covid-19 nos encuentra de nuevo sin un plan de contingencia, con un sistema sanitario que es puesto otra vez bajo fuego; en fin, sin suficientes armas para luchar contra el acecho de la peste que trae consigo el riesgo de un colapso de todo el sistema asistencial, la caída de la economía y el menoscabo de las condiciones sociales de la población.

A la población en general le toca asumir con su responsabilidad de aprender a convivir con el virus y de adaptarse a circunstancias especiales que tienen que ver con la práctica de los protocolos de bioprotección, la inoculación segura y las condiciones que son atinentes a una nueva realidad.

Y a las nuevas autoridades gubernamentales les corresponde sentar desde ahora las bases de una política sanitaria congruente y equitativa.

Sufrimos una acometida de la pandemia covid. Que no se repitan los mismos errores de improvisación, ineficiencia y falta de competencia que se han impuesto hasta ahora para manejar una crisis epidemiológica que ya se prolonga por más de dos años y que parece ir para más.

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