Varios son los países de América del Sur que sufren convulsión social. Los pueblos se han sublevado unos con más violencia que otros, por varias razones, pero la primera es, sin duda, la desigualdad social y en segundo lugar la lucha de poder entre la izquierda y la derecha.

Las protestas populares han sido manifestar, principalmente en Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Venezuela, pero los países de su entorno temen igual suerte porque es una crisis que tiende a generalizarse por el descontento con la clase política, que no ha sido capaz de dar respuesta satisfactoria a las demandad de mayoría.

En Ecuador la inconformidad de la población fue marcada por el rechazo al paquete de medidas impuestas por el modelo neoliberal, en Chile inició por el alza al transporte público, en Colombia por las privatizaciones y la falta de oportunidades para la juventud, en Bolivia por la eterna lucha de poder entre la izquierda y la derecha igual que en Venezuela, donde se sumó el ingrediente de la dictadura.

Muchos son del criterio de que el creciente descontento de los pueblos se debe al endeudamiento externo en que caen muchos países con los organismos financieros internacionales, que para cobrar la deuda imponen planes de manejo de las economías.

Esa es la receta del neoliberalismo, que trata de reducir el gasto público y evitar que los estados intervengan la economía. es por esa razón que siempre propone las privatizaciones, principalmente de los servicios públicos, incluyendo la salud y la educación.

Todo esto, según los entendidos estrangula el poder adquisitivo de la población y origina la desigualdad social en la que la mayoría no puede hacer frente al alto costo de la vida y solo le queda el derecho a la protesta para dar rienda suelta a su frustración e animadversión a la élite política.

En Honduras ya hemos tenido algunas escaramuzas de este tipo que no han pasado a más, pero es tiempo que los políticos pongan las bardas en remojo y centre el debate en los temas que realmente afectan e interesan a la población como el desempleo y la desigualdad social, nuestros políticos deben abordar estos temas con suma urgencia y con propuestas viables.

Quien no lo haga debe ser castigado con el rechazo en las urnas.

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