Durante los días 7 y 8 de abril el Congreso Nacional recibió y aprobó la modificación del presupuesto público, que aumentó en L 51 mil millones, alcanzando un total de L 360 mil millones.

Este aumento equivale a 7.5% del PIB, que inicialmente se muestra contradictorio frente a los mensajes que provenían del ejecutivo a principios del año sobre unas finanzas públicas en bancarrota, no obstante, posee aspectos positivos a recalcar y otros preocupantes.

En lo positivo destaca el necesario incremento de la inversión pública, que pasó a representar un 4% del PIB (antes menos de 2%). No obstante, debe considerarse que la eficiencia en la ejecución de proyectos de infraestructura históricamente no ha sido destacable por parte del sector público.

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Por otro lado, se amplió el presupuesto de Educación (en L 1,959 millones) y Salud (en L 2,483.7 millones). También se reestructuró la institucionalidad del gobierno, eliminando instancias que no generaban valor agregado. Asimismo, se reorientó el flujo de recursos de fideicomisos, tanto a la nueva Secretaría de transporte e infraestructura, así como a Banadesa.

Esto último puede apoyar a la transparencia gubernamental, pero podría persistir el tema de la eficiencia en la ejecución.

Lo anterior se contrapone a otras decisiones adoptadas dentro de este proceso de modificación que generan preocupación, destacándose tres: 1) las fuentes de financiamiento de este aumento presupuestario.

La propuesta incluye el uso de crédito otorgado por BCH a través del uso de reservas internacionales (hasta USD 1,000 millones), y también mediante créditos estacionales. Esto es poco convencional en economías emergentes, debido al peligro de monetización del endeudamiento neto del gobierno, que se traduce en mayor inflación.

Asimismo, el uso de reservas debe estar respaldado bajo un análisis de optimalidad que determine si hay exceso de reservas o no 2) la propuesta de marco regulatorio del nuevo presupuesto da mayor discrecionalidad a Sefin y reduce en alguna medida la autonomía del BCH; y 3) no existe consistencia entre las cifras del nuevo presupuesto y el Programa Monetario presentado el pasado 4 de abril.

Esta consistencia es importante, tanto para la planificación de ingresos y gastos, el seguimiento de los indicadores macroeconómicos, la transparencia gubernamental y el anclaje de expectativas que apoyen la confianza sobre el manejo fiscal y monetario.