El último informe de país del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH), lanza un reto a las mujeres políticas hondureñas, en especial a las 37 parlamentarias que nos representan, al recordarles que siguen en cola dos leyes que nos atañen a las mujeres: la Ley Integral sobre las Violencias contra la Mujer y la Ley de Casas Refugios para las Víctimas de la Violencia basada en Género.

Con el mismo arrebato con que hacen uso de la palabra en el parlamento para defender posturas partidarias, decretos, cuestionamientos, y rechazo a las agresiones que son objeto sus compañeras de cámara, se espera que lo hagan también para presionar y promover estas dos legislaciones que vienen siendo engavetadas por los congresistas desde hace algún tiempo. Nuestras legisladoras están obligadas a hacer uso de estrategias colectivas conjuntas para pasar del discurso a la acción, sin distingos de colores políticos e ideologías. ¿Por qué?

Porque las cifras son demoledoras. En su informe, el OACNUDH destaca que las mujeres siguen enfrentando barreras en el ejercicio de sus derechos en el ámbito público y privado. “La violencia contra ellas, su reducida participación política, el reconocimiento limitado de sus derechos sexuales y reproductivos, y otros factores de desigualdad evidencian un cuadro de discriminación que ha sido exacerbado por la crisis sanitaria y humanitaria”, acota.

Al cierre del 2021, el Observatorio de la Violencia de la UNAH registró 318 muertes violentas de mujeres y femicidios, mientras OACNUDH registró 303 muertes violentas. La violencia contra las mujeres, según el informe, es principalmente intrafamiliar. Al mes de noviembre de 2021, se produjeron 55,678 denuncias en el Sistema de Emergencia en el 911. Y todos los días, la prensa reporta casos de agresiones, asesinatos contra mujeres, violencia doméstica y amenazas, en un círculo que no parece cerrar o mostrar una baja en este país.

El OACNUDH llama la atención no solo sobre esta violación de derechos humanos, también sobre otros, pero dada la condición de vulnerabilidad de las mujeres y las campañas de las organizaciones que denuncian y defienden el respeto a estos derechos, las dos leyes que siguen en la antesala del congreso nacional, debería sensibilizar a nuestras congresistas, hacer un alto en sus divergencias, para mostrar al país que la reivindicación de los derechos humanos y los derechos de las mujeres son universales. Que ese ímpetu que muestran al hablar, lo usen también para empujar estas iniciativas que tienen que ver con la vida, la calidad de vida y el derecho a un trato digno para las mujeres. Que la voz de nuestras congresistas no se diluya en arengas y ataques, hay tiempo para todo, excepto, para esas mujeres agredidas, violentadas y asesinadas; éstas últimas merecen justicia. Que su arrebato sirva para empujar y aprobar esas leyes que nos faltan. Que la refundación que pregonan recoja esa reivindicación porque de discursos, está lleno el infierno.