Los funcionarios que forman parte del grupo privilegiado con el otorgamiento de sueldos exorbitantes, se niegan a que en el país se ponga en vigor una política de austeridad.

Los burócratas que son beneficiados con remuneraciones que van desde los 100,000 hasta los 342,000 lempiras mensuales, se han hecho de "oídos sordos" al llamado a hacer un sacrificio para evitar que las finanzas hondureñas se hundan más.

Se niegan, estos servidores públicos, a que sus ingresos sean recortados conforme a la capacidad fiscal del país, a pesar de que "les ha llovido sobre mojado". Sobre ellos han caído toda suerte de críticas, dado que han mostrado mayor interés en llevarse los salarios de mayor cuantía que en contribuir a dignificar la carrera pública.

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Se ha planteado la reducción proporcional de los sueldos y salarios de los burócratas que devengan arriba de los 60,000 lempiras, con especial dedicatoria para quienes le drenan al erario sumas que van desde los cien mil hasta los 342 mil lempiras mensuales.

Especial atención hemos prestado a las reacciones de aquellos personajes que ocupan puestos de confianza y que permanecen esquivos, tambaleantes  y notoriamente indecisos cuando se les consulta si van a apegarse o no a las reglas que sean implantadas para responder a las grietas en la hacienda nacional.

Todos ellos se han hecho los desentendidos a la disposición tendiente a que ninguno de los servidores tenga una remuneración superior a los 137,000 lempiras que es el la remuneración establecida para quien ocupe la Primera Magistratura.

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La dedicatoria es para un grupo de casi 70 funcionarios que reciben más dinero que la gobernante por su desempeño en la administración del Estado; en algunos casos, son sumas que duplican la que se acredita a la propia mandataria.

Algunos de los cuestionados funcionarios se escudan en la autonomía de las instituciones en las que han sido colocados; otros, han dicho que van a esperar a que la presidente diga la última palabra y, muchos más, simplemente han dicho que el alivio en el peso de la planilla no sería sustancial, a la vez que han hecho omisión de la demanda encarecida para que los cargos de alta escala reciban una compensación salarial justa y equitativa

Lo que dejan de manifiesto los servidores de primer rango y la razón por la que se les critica es su voracidad por repartirse los sueldos más prominentes de la Administración Pública, y su falta de compromiso para ceñirse a los tiempos de profunda adversidad económica.

¿Acaso no han sido las mismas autoridades del Gobierno Central las que acusaron que las finanzas están en bancarrota, que las arcas están en cero y que el país urge de la contratación de nuevos préstamos, como resultado de que una "red de corrupción" desvió en una década 168,000 millones de lempiras?

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Por dignidad y honra, los salarios estratosféricos que son entregados a un sector pequeño de burócratas del Gobierno Central y de las entidades descentralizadas y desconcentradas tienen que ser revisados a la baja, y la misma vara debe servir para medir los ingresos en los Poderes Legislativo y Judicial.

Son un insulto para las mayorías que se debaten en la inequidad social y resultan ser un contrasentido frente al escenario financiero oscuro que se nos ha presentado por parte de las nuevas autoridades.