En Honduras casi tres millones de ciudadanos están en situación de vulnerabilidad alimentaria. El estudio que recién ha divulgado HRN revela que la tercera parte de la población hondureña enfrentaría  este año las peores condiciones alimentarias en décadas.

Un panorama que no podría ser más desalentador en la medida que el país no pudo a lo largo de su historia, estructurar políticas públicas que trascendieran  los gobiernos de turno y  las estrategias coyunturales “apagafuegos” que no han hecho más que empeorar las condiciones de vida y subsistencia de los ciudadanos.

Y este escenario de emergencia obviamente secuencia una cadena de errores como también es la consecuencia de la indiferencia, la improvisación y la falta de visión hacia el sector que produce lo que los hondureños nos comemos.

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El productor hondureño produce casi todo pero es el que recibe casi nada.  Y  aunque la agricultura tenga una importancia estratégica en el desarrollo del país, paradójicamente el que siembra y produce no es ni siquiera sujeto de crédito.

No es bien visto  ni por el financista privado, y a la luz de la evidencia, por la institucionalidad pública. Aquí la cartera agrícola privada no pudo sobrepasar en los últimos años el cinco por ciento mientras los créditos para el consumo y el comercio llegó a superar hasta el 45 por ciento de dicha cartera.

La histórica e inaceptable veda al financiamiento, como la carencia de los demás incentivos, han conspirado contra la milpa y la finca y las consecuencias las vemos reflejadas en este alarmante escenario que se nos pinta: la situación de vulnerabilidad se agudizará este año y lo peor lo tendríamos entre los meses de junio y agosto próximos.

Hasta tres millones de hondureños podrían quedarse sin nada que comer y eso es verdaderamente grave en un país de vocación agrícola. Mientras las exportaciones agroindustriales le dejan anualmente al país más de cuatro mil millones de dólares en divisas, cómo es que siendo un generador superlativo de fuentes de trabajo, el sector agrícola no ha sido sujeto de  financiamiento y de crédito, y a las condiciones generosas y blandas que sí han tenido otros sectores que como por ejemplo, el de la construcción, ha acaparado históricamente más del 35 por ciento de la cartera crediticia privada?

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La generación de riqueza ha estado cimentada sobre los quehaceres del campo. De allí es que depende en buena medida la seguridad alimentaria del país, y la oportunidad de bajar los índices de pobreza y la misma providencia para que honduras diversifique su oferta exportable. ¿Por qué no lo hemos entendido hasta el día de hoy?

Ha sido, claro que sí, un contrasentido que no le hayamos dado hasta hoy la importancia que tiene el sector agrícola. La falta de capitalización ha sido por otro lado, un problema estructural para el sector, ante la reticencia de la banca comercial a otorgar créditos, mientras ha visto al sensible sector productivo como un sector altamente riesgoso.

El campo y el productor necesita iniciativas y políticas integrales que empoderen la sostenibilidad productiva y la misma seguridad alimentaria. A la espera estamos ahora, con que nos sale el nuevo gobierno, mientras esperamos que por fin alguien sea capaz de darle el tiro de gracia a las conspiraciones históricas que ahora nos impiden siquiera satisfacer las necesidades mínimas de alimentación que tiene el pueblo hondureño.