Era un estudiante de primer ingreso en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, a inicio de la década de los años noventa, cuando descubrí por primera vez el concepto del mercado de tierras. Tal descubrimiento resultó de una discusión entretenida que logré entablar con dos expertos en el tema, pilar de la nueva economía agrícola; ingenieros Mario Nufio y Roberto Villeda (QDDG), ambos en aquel momento funcionarios del gobierno con mayor iniciativa económica desde la administración Villeda Morales, la administración Callejas.

Intentaban convencer a un recién ingresado a la universidad del camino expedito hacia el verdadero progreso que implicaba la Ley de Modernización Agrícola. Imbuido en el concepto de la tierra como el bien de capital más importante de los factores de producción, les dejé ver mi preocupación por el giro de ciento ochenta grados que esta regulación implicaba en un tema tan sensible, y que en mi opinión no bastaba con simplemente emitir una ley.

“Ya verás joven”, ripostó uno de ellos, “que cuando la tierra se ponga a utilizar de forma eficiente, se generarán tantos empleos que cualquier conflicto se verá sofocado sin más.”

De esa aproximación al tema, en la que confieso no logré convencerlos con mis argumentos inexpertos y “cuasi-marxistas”, se generó en parte mi inquietud por el papel que juegan las leyes en el ordenamiento del mercado.

En efecto, desde la Ley de Modernización Agrícola, tildada con el sobrenombre de “Ley Norton” por su supuesto ideólogo, no experimenté un proyecto de desarrollo tan importante y ambicioso como la Ley Orgánica de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (Ley ZEDE) y que implicase principalmente la tierra como bien de capital.

Sin demeritar a otras construcciones legales como la Ley de Ordenamiento Territorial, la Ley de Inversiones o la Ley de Propiedad, la Ley ZEDE reviste mayor importancia en este campo ya que definitivamente implementa un modelo económico más tangible de desarrollo. Un modelo económico cuya ambición indudablemente consiste en generar empleo de forma acelerada, a partir de la asignación eficiente de la tierra. Es en este intento de acelerar las fuerzas del mercado donde se centra nuestro mayor punto de análisis en cuanto a la metodología utilizada para implementar el referido modelo, y por lo que lo hemos asimilado con el llamado “capitalismo por decreto”.

Sin duda que la idea de adjudicar la tierra como bien de capital a quien le asigne un mayor valor, y que por ende se genere desarrollo acelerado a partir de tal asignación, es económica y legalmente compatible con el interés público. El tema de análisis en este caso, en nuestra opinión, es que tal asignación no se hace enteramente por el mercado en sí, como propugna nuestro modelo económico constitucional de libre mercado, sino que por decreto. Los defensores de esta metodología de adjudicación, curiosamente defensores igualmente de las fuerzas de libre mercado sin intromisión estatal de ningún tipo, lo comparan con la creación de las zonas especiales de desarrollo en el sur de la China continental y comunista, Singapur y en Corea del Sur- a la sazón, casos innegables de capitalismo por decreto.

Dicha comparación, a nuestro parecer, no cabe del todo ya que en esos casos el capitalismo por decreto ha sido de alguna manera necesario debido a las estructuras legales y económicas centralizadas de esos países asiáticos, en un caso evidentemente comunista; más no con las de Honduras, que sí instituye un modelo económico enteramente liberal. Es más, ahora se discute que tal metodología de asignación de bienes ha entrado en crisis inclusive en China.  

La referencia más reciente es la cita que hace en su excelente artículo Miguel Ángel García Vega (“La guerra económica del siglo XX: empresas frente a Estados”, Diario El País, 13, noviembre, 2021) a la profesora de políticas Yuen Yuen Ang (autora de China’s Gilded Age), quien concluye con la misma que “el coloso asiático ha aprendido el peligro del capitalismo de amiguetes”, y agrega, “el desafío de Xi es mantener el fervor capitalista y ofrecer equidad. Es un reto único. El mundo aún no ha sido testigo de un Gobierno que supere con éxito los efectos secundarios negativos del capitalismo por decreto”.

¿Y cuáles podrán ser estos “efectos secundarios negativos” de tal proceder? En nuestra opinión, los que hemos observado con la implementación de la adjudicación referida al amparo de la Ley Orgánica de las Zonas de empleo y Desarrollo Económico en Honduras: actores económicos que se sienten excluidos de la asignación o adjudicación originaria, favoritismos percibidos, asimilación con los enclaves económicos de antaño y la República Bananera, entre otros.

Habiendo asimilado el proceso implementado en Honduras para esta asignación “eficiente” de la tierra con miras a un progreso libertario (tema que abordaremos en otra ocasión) con el capitalismo por decreto, no queda más que ofrecer la alternativa de asignación ante un modelo económico de desarrollo que sí consideramos compatible de alguna manera con nuestra economía. La alternativa a nuestro parecer es la que han venido proponiendo los profesores Richard Thaler (Nóbel de Economía 2017) y Cass Sunstein en su obra Nudge (palabra que en inglés significa “pequeño empujón”).

Nudge, El impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad, es un libro escrito por el economista Richard H. Thaler de la Universidad de Chicago y por el profesor Cass R. Sunstein de la Harvard Law School.
El libro muestra cómo nuestras percepciones y decisiones dependen del modo en que se organizan ante nosotros las opciones y como se convierten así en una especie de "arquitectos de la elección".

A grandes rasgos, dicha obra, ahora seminal, instituye lo que en economía ha dado en llamarse choice architecture, es decir, la conducción de las fuerzas de mercado, pero mediante políticas públicas graduales, no intempestivas. En una especie de “paternalismo libertario” el gobierno emite políticas públicas con miras a provocar las conductas deseadas a través de las instituciones de libre mercado aplicables. En este caso es nuestro parecer que en vez de implementar las ciudades modelo, ahora ZEDE, básicamente siguiendo el modelo de capitalismo por decreto de las referidas economías asiáticas, se debió de iniciar con un choice architecture valiéndose de las instituciones que se crearon en 2011 a partir de la Ley de Inversiones.

La asignación eficiente de la tierra hacia la que dicha normativa definitivamente apunta, pudo haberse impulsado gradualmente con políticas públicas similares a las que instituye la Ley ZEDE, pero enmarcadas definitivamente en el mercado de tierras en funcionamiento y no por decreto. Esta gradualidad es la que quizás critiquen los impulsores de la Ley ZEDE, de nuevo un modelo de desarrollo viable en nuestra economía a nuestro parecer, a lo que contestamos con la sabiduría popular del mariachi regio imperenne “después me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.” Si no, que lo diga la Ley de Modernización Agrícola…

Continuaremos ahondando en el análisis de la Ley Orgánica de las Zonas de empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) y sus implicaciones legales en Honduras en la próxima EconoVISTA…