Desde la Corte Suprema de Justicia, la nueva presidenta de ese poder del Estado, Rebeca Ráquel, envió un mensaje de esperanza para las mujeres en su lucha contra la violencia de género y la impunidad judicial al asegurar que combatirán la “pandemia en la sombra” que representa la violencia contra las mujeres.

La nueva funcionaria se comprometió en las redes sociales del Poder Judicial a trabajar por una tutela judicial efectiva a favor de las mujeres que sufren violencia sin contemplación ni tolerancia.

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Su mensaje ha sido recibido con enormes expectativas entre quienes luchan por romper los muros de la impunidad judicial.

Muros relacionados con la muerte violenta de mujeres, más de siete mil en la última década y cerca de 249 solo en lo que fue el 2022. Casi una mujer es asesinada diariamente en este país y el año que estamos iniciando ha arrancado con una virulencia sin precedentes contra las mujeres.

Las investigaciones no avanzan y en los archivos judiciales, la impunidad de los femicidios compite con la carcoma de los escritorios donde se encuentran engavetados.

Los mayores casos de violencia contra las mujeres que conocen los tribunales de justicia, aparte de los femicidios, están relacionados con la violencia doméstica e intrafamiliar junto a los delitos sexuales.

El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh) demandó una investigación sobre la muerte de 31 mujeres y niñas de la etnia lenca ocurrida en el último año en Honduras.

Las demandas crecen, pero la justicia no responde acorde a la dimensión de los reclamos. La presidenta Rebeca Ráquel ha dicho que esta nueva gestión está comprometida a cambiar este rumbo.

De cara a la conmemoración el 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer, el nuevo rostro de la justicia —en su mayoría integrado por mujeres— debería otorgar victorias tempranas en materia de justicia que permitan contemplar una actuación de mayor y debida diligencia sobre los casos en su poder.

La violencia contra las mujeres está tomando rutas peligrosas ligadas a las redes de trata, el crimen organizado, la extorsión y otras figuras que hacen que se viva una especie de “pandemia en la sombra”, de la cual la justicia tiene un rol esencial para empezar a revertir esa preocupante tendencia.

La nueva Corte de justicia recién electa tiene ante sí enormes retos, el principal: recobrar la confianza y credibilidad institucional, garantizar que la justicia no seguirá su ruta de picar solo a los de pies descalzos, bajo lo cual caen las mujeres, a quienes el acceso a la justicia sigue siendo desigual y humillante.

Es tiempo, desde la justicia, de dar esperanzas a las mujeres para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, en especial el número 5 relacionado con lograr la igualdad de género y el derecho de las féminas a espacios de inclusión, de acceso a la salud, educación, alimentación y seguridad social, entre otros, como un deber de la Diosa Temis de garantizar y tutelar. Es tiempo de actuar.

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